A partir del próximo domingo, los dos candidatos más votados saldrán a conquistar la mayoría absoluta. De no mediar sorpresas, Kast y Boric deberían estar en la papeleta final. Aunque la búsqueda de votos pueda jugarse en atributos blandos, no hay que despreciar el rol de las propuestas macroeconómicas en entregar señales de estabilidad.
Los desafíos macroeconómicos de Chile en los próximos años son tres: crecer, consolidar las cuentas fiscales y aumentar el gasto social. Como todo en la vida, estos objetivos no son fáciles de compatibilizar. Un aumento en el gasto público dificulta la consolidación fiscal, salvo que al mismo tiempo se incremente la recaudación. Ello podría lograrse creciendo o subiendo impuestos. Pero si los aumentos tributarios son muy sustantivos, la actividad podría resentirse, manteniendo el forado fiscal abierto. En esta materia, ambas candidaturas tienen grandes desafíos.
En el caso de Kast, su encuadre macro se sostiene en un crecimiento económico que rondaría el 6% en los próximos años. Derivado de una baja de impuestos y de simplificaciones regulatorias, ello permitiría la consolidación fiscal y un aumento gradual de gasto social, en la medida que el efecto sobre la recaudación de la mayor actividad logre compensar la caída de impuestos. Un crecimiento de 6% sería fantástico, pero desafortunadamente muy difícil de materializar. Entre otras cosas, depende de condiciones externas que no controlamos y de una discusión constitucional que no parece convocar mucho a la inversión. Sin ese crecimiento, el problema fiscal se mantendrá.
La candidatura de Boric descansa en un fuerte aumento de impuestos. No solo hay una promesa de mayor recaudación de 8% del PIB en 8 años, sino que además propone un aumento de las cotizaciones previsionales a 18%, sin tope imponible, destinado íntegramente a un fondo estatal. Este impuesto al trabajo podría recaudar por lo bajo otros 5 puntos del PIB, por lo que el verdadero aumento de impuestos es del orden de 13% del PIB. Así, su promesa de gasto y consolidación fiscal está basada en un aumento de impuestos de tal magnitud que no puede sino levantar grandes interrogantes sobre el crecimiento y el empleo. Además, aprobar gastos en base a promesas de recaudación que quizá nunca se materialicen hace que la consolidación fiscal penda de un hilo.
Aunque un buen encuadre macro no sea condición necesaria para ganar, sí lo es para gobernar. Quien tenga flexibilidad y credibilidad para ajustar sus planes a un escenario más razonable avanzará en gobernabilidad, y con ello evitará una desilusión temprana.