Nueve de nueve puntos. Seis goles a favor y ninguno en contra. Números para sostener este repunte de la selección nacional en la ruta a Qatar. Por fin Martín Lasarte dispuso de Alexis Sánchez con frecuencia. En el fútbol todo es discutible, pero el tocopillano es un crack inconmensurable. Su carácter y lejanía de la prensa —e incluso de los hinchas— relativizan su aporte. A la hora de las valoraciones, es el mejor de este grupo de futbolistas que se codea con la elite por más de una década y el único que se instala en la discusión con Elías Figueroa y Marcelo Salas. Sus estadísticas en la Roja son brutales y su trayectoria e incidencia en los partidos, a nivel de clubes y selección, ahorran comentarios.
El calvario se transformó en esperanza cuando el 7 retornó de forma regular. Ante Paraguay, yendo de centrodelantero en el primer tiempo en la desigual refriega con Gustavo Gómez y Junior Alonso, igual se las arregló, a pesar de su evidente incomodidad.
Si agregamos la consolidación de Ben Brereton, con una mejoría ostensible en su capacidad goleadora por Chile y el Blackburn Rovers, es evidente que el conjunto de “Machete” hoy posee un rostro distinto. Después de Barranquilla y de Lima, cuando la eliminación parecía sellarse, vino el relumbrón y otra vez la selección chilena está en carrera. La tendencia natural es buscar enemigos internos, minimizar la crisis. Con madurez, Claudio Bravo aclaró que si no ganaban a los guaraníes y a Venezuela en Santiago, la eliminación se consumaba. Y no pasó cuentas, porque no correspondía.
Los antecedentes presagiaban aspereza en Asunción. El Defensores del Chaco siempre fue una estación inhóspita, por más que el actual Paraguay es un remedo de su tradición. La agresividad y la intensidad no la transan, pero la precariedad es llamativa. Salvo el centro de Matías Rojas, que dio en el vertical izquierdo de Bravo, y el remate final de Oscar Romero, la Albirroja no inquietó.
Chile tomó nota y salió a imponer sus términos. Desde la posesión, con un 72 por ciento en el primer tiempo, ante un adversario que esperó, como si fuera el visitante, para ver si había algún despiste en la salida o plasmaba un contragolpe. Nada de eso pasó. Frente a un rival inferior, el equipo se sintió superior. Nunca hubo espacio para discutir el trámite, ni siquiera en el final, cuando con muchos metros para correr, rondó el 2-0, con Sánchez y Brereton exhaustos. Lo del barbón es conmovedor: batalla, se ofrece y contagia. Sin tropicalismos, la actual remontada no era visible sin su contribución.
Punto alto el liderazgo de Gary Medel en el fondo, sumado al crecimiento de Guillermo Maripán y Enzo Roco, que otorgan —junto a Francisco Sierralta— la estatura necesaria para competir en la arena internacional. Muchos dudábamos de la posición de Marcelino Núñez, sobre todo por lo sucedido en la derrota con Perú. Lasarte se anotó un pleno. El volante de la UC evoluciona e ilusiona.
Ecuador, con el oficio de Gustavo Alfaro, es una estación compleja. Ojalá que el peso de la historia juegue. El 7 de octubre se ve lejos. Esa noche Chile era antepenúltimo. Panzeri tenía razón: “Fútbol, dinámica de lo impensado”.