En noviembre del 2010, la niña de 13 años Yara Gambirasio desapareció en algún punto de los 700 metros que mediaban entre su casa y su escuela de baile, en la localidad de Brembate di Sopra, vecina a Bérgamo. Su cuerpo apareció tres meses después, con señas de violencia e intento de violación. El caso se hizo célebre por la tortuosa investigación que involucró y por la condena dictada seis años después en contra de un obrero.
Esta película es dirigida por el cineasta Marco Tullio Giordana, que ganó su prestigio con Pasolini, un delito italiano y sobre todo la saga de seis horas La mejor juventud (exhibida en Chile en tres partes), un fresco de la sociedad italiana desde 1966 hasta 2003. Varias de sus películas tratan sobre crímenes, procedimientos y política.
En este caso, el relato parte in media res, cuando es hallado el cuerpo de Yara y la policía se enfrenta con un enigma: no hay sospechosos, no hay indicios, no hay casi nada. Quien toma la investigación es la oficial Letizia Ruggeri (Isabella Ragonese), que se apoya en el sargento local Garro (Thomas Trabacchi) y en el coronel Vitale (Alessio Boni), del RIS, la policía forense estatal.
El desarrollo sigue en paralelo las pistas falsas con que tropieza Ruggeri y la desolación de la familia Gambirasio, vecinos inofensivos de Brembate di Sopra. Algunas escenas menores subrayan que Ruggeri tiene una hija de edad similar a Yara, como explicación adicional del envolvimiento emocional de la investigadora.
Ante la ausencia de pistas, Ruggeri lanza una investigación al revés: busca los restos de un ADN extraño en el cuerpo de Yara y empieza a tomar muestras a todos los vecinos de Brembate di Sopra. Es el camino más largo y más caro, como denuncia un caricaturesco senador Nigiotti (Rodolfo Corsato). Y más incierto, quizá: lo único que respaldará su acusación será finalmente un rastreo científico. En el final se informa que el acusado nunca aceptó culpa y que la justicia se negó a revisar su caso dos veces, en el 2019 y el 2021.
Estas últimas noticias sugieren que Giordana podría tener algún interés en la ambigüedad del caso, en su posible incerteza final. Pero la forma de relatar no secunda esa idea. Giordana hace trampas (sugiriendo al hombre que mira, el camión que conduce, su nerviosismo) y confiere un heroísmo sin dobleces a la protagonista. Yara parece la reivindicación de una investigación dudosa, sin interés por sus contradictores.
Y de esto resulta una especie de reporte plano, casi burocrático, acerca de un caso cuya única singularidad es el cambio de lógica de la investigación. Para ver crímenes con interés por la ambigüedad del mal, hay que remontarse al gran Otto Preminger (Anatomía de un asesinato) o quizá a Claude Chabrol (Gracias por el chocolate). Giordana no está en esas ligas.
Dirección: Marco Tullio Giordana.
Con: Isabella Ragonese, Alessio Boni, Thomas Trabacchi, Sandra Toffolatti, Roberto Zibetti, Mario Pirrello, Rodolfo Corsato.
97 minutos.
En Netflix