Un amigo residente en un país distinto a Chile, al que tantos quieren llegar y quedarse, me escribe a la media hora del clásico universitario: “Pero estos de la U juegan igual que si supieran”. Estaba impresionado con el buen juego azul. Claro, alejado del fútbol hace ya un tiempo y afinado su juicio sólo por las noticias y los resultados, no le calzaba que este equipo de fútbol osado y veloz tuviese a unsa puerta al tricampeón y aspirante al tetra. “Pero si dicen que no juega a nada”, me agrega. “Y que Gonzalo Espinoza está mal. ¡Si está en crack!”.
Después del partido le escribí más largo, explicándole que por acá estábamos todos tan sorprendidos como él. Que fue un partido excepcional, típico de los clásicos, que si la U jugara siempre así estaría peleando el título y todas esas cosas que se dicen en estos casos.
Y que lo del penal reclamado por falta de Pérez sobre Luján era tema para debate. Para este columnista no hubo penal porque el golero cruzado llegó antes a la pelota y la tocó (aunque acepto la discusión). Pero no hubo consuelo. Ni siquiera lo hubo en los reclamos por falta de Zampedri en el único gol del partido, falta que no existió. En fin, le aconsejé calma y me comprometí a enviarle algunos partidos anteriores, lo que es un cacho, porque hay que traspasarlos, llevarlos a la nube y después enviarlos. Lo haré.
Le voy a contar, también, que por acá las cosas están cada día peor. Que el candidato a Presidente de la República que vive donde mismo vive él todavía no vuelve para las elecciones. Que en la Primera B se ha armado un despelote gigantesco con los puntos quitados a San Marcos de Arica por los 17 partidos que jugó Zederick Vega sin estar habilitado. Los estadígrafos están locos poniendo asteriscos por todos lados (* por esto y * por lo otro).
Y por supuesto que le contaré que la traída de Javier Castrilli, el argentino que de corto fue “el juez de hierro”, ha resultado en un desastre y su último capítulo fue ir con gente de la U para decirles que había sido penal la acción de Pérez contra Luján. ¡Habrase visto! El profesor de los árbitros comentando el desempeño de uno de sus alumnos con el supuestamente perjudicado. Y comentando con acidez, además.
Cuando recién lo trajeron se comentó en esta columna “¿A qué viene Castrilli?”. No era explicable, considerando todos los errores cometidos en el rubro arbitral por el presidente de la ANFP desde que asumió. El desacierto no hizo más que confirmarse este fin de semana. Cuesta entender que no haya cambios directivos en la ANFP, empezando por la presidencia.
También le contaré a mi amigo que aún no se sabe quiénes son los accionistas de la sociedad controladora de Azul Azul, que ni siquiera dieron la cara cuando jugadores del club fueron agredidos por delincuentes de su propia barra en Rancagua. Quien figura hoy como presidente dice que los nombres de los accionistas son conocidos, pero no los dice todos.
Es sospechoso el misterio. Quien oculta su identidad en una actividad que es pública, no parece gente decente.
Tendré que decirle a mi amigo, asimismo, que se haga ver antes de volver a Chile. Para entonces es posible que se exija un “certificado de lucidez” para entrar. Él es mayor que yo, calcule… En fin, malos días para el país. Nos desquitaremos mañana con la Roja. En otro país.