Ya hemos hablado en este espacio de cómo la cuarentena nos sirvió para crecer. Sí, es cierto que algunos crecimos hacia los lados, pero también crecimos por dentro.
Yo, al menos, maduré. Me puse más ordenado con las cuentas, con los horarios y también con las ideas.
Por eso no me eché a morir cuando supe que la carrera presidencial se congelaba esta semana por el covid positivo de Gabriel Boric. “Les va a servir la cuarentena a los candidatos”, pensé. “Van a madurar; y a todos nos conviene que nuestros presidenciables tengan una pausa reflexiva para interpretar mejor lo que necesitamos en este momento los chilenos. Uno de ellos nos va a gobernar y mientras más sabiduría se le encarne, mejor”, reflexioné, hinchado de esperanza, ecuanimidad y patriotismo.
Y supuse que a quien más le serviría el enclaustramiento era al propio Boric, porque es a quien he visto más inestable y confuso en las últimas semanas. Tal como me ocurrió a mí, quizás la cuarentena le serviría a Boric para ordenar los números en su cabeza (que parecen disfrutar de un cumpleaños de monos ahí dentro), sus horarios y también sus ideas. Siempre he pensado que Boric tiene un buen corazón, pero esa alma bella no tiene destino si hay caos en el cerebro.
Por eso, nada mejor que una buena cuarentena para dormir harto y permitirle a la mente que se calme. Así, poco a poco, casi sin darte cuenta, Gabriel, comenzarás a experimentar la sensación de que no estás parado en medio de la carretera mientras pasan autos a toda velocidad a tu lado y debes moverte rápido todo el tiempo para esquivarlos. Si permites que tu mente se calme, podrás comprender que puedes vivir la vida desde la seguridad de la vereda. Puedes observar cómo los autos pasan de un lado a otro, pero ya no te amenazan.
Gabriel, si estás viendo esto, prueba volver a leer el párrafo anterior con música suave, ojalá con una luz tenue en una habitación bien ventilada y poco antes de dormir. Verás cómo tendrás una noche de sueño reparador. Mañana mismo amanecerás un poco más maduro de lo que estabas hoy.
Pensé enviarle con algún amigo en común estas líneas a Boric. De verdad me preocupa que esté bien. Quiero mucho a mi país y si él es uno de los dos candidatos con mayores opciones de gobernarlo, me interesa que lo haga en el mejor estado físico y mental posible.
Pero después me arrepentí y no lo hice.
Es que me puse a mirar con atención a través de sus redes sociales cómo estaba utilizando su tiempo de cuarentena y me desanimé. En vez de calmarse lo vi más alterado. No perdió oportunidad de intervenir en las discusiones de cada día lanzándole leña al fuego en vez de poner paños fríos. Se peleó con medio mundo siguió aportando confusión en cuanto a cifras, horarios e ideas. Lo hizo por acción, por omisión o a través de sus voceros.
Es una lata, porque la cuarentena ya se le va a acabar y me temo que no le resultará todo lo provechosa que muchos hubiésemos querido.
Como me dijo un amigo el otro día: es cierto que últimamente se ha visto a Boric más maduro… pero como Nicolás Maduro.