Cinco encuestas muestran algo que hace un mes simplemente habría sido un delirio: José Antonio Kast tiene serias posibilidades de convertirse en el próximo presidente de Chile.
¿Sustituiremos así súbitamente la palabra “dignidad” por la palabra “orden”? ¿Pasaremos de la “lista del pueblo” a la lista de los “republicanos”? ¿Reemplazaremos a Fernando Atria por Gonzalo Rojas?
Y si bien en el Chile actual cada día se ha transformado en una semana y cada semana en un mes, (por lo que todavía pueden aparecer nuevos capítulos, gruesos errores, nuevas develaciones y nuevos secretos) parece ya casi insoslayable que la elección será entre dos candidatos que se califican a ellos mismos de “sentido común” y que denostan a su adversario como “extremo”. Y, en ambos casos, si bien ellos no son del todo extremos, parte importante de sus comparsas sí lo son.
Así, esta elección se jugará entre dos temores de la gente: quienes temen a la extrema izquierda y quienes temen a la extrema derecha. Mientras, en el centro, el ruido del viento y uno que otro grillo será lo único que resuene.
Que Gabriel Boric pase a segunda vuelta está dentro del libreto iniciado el 18 de octubre, pero lo de José Antonio Kast solo habría sido posible en ciencia ficción. Una parte de lo que ocurre parece estar explicándose en la audiencia objetivo. Otra parte en lo que han sido los últimos meses.
¿A quién le habla Kast? Al voto antiinmigrante del norte, al antiviolencia del sur, al conservador, al evangélico, al del mundo rural que le gusta el rodeo, al que no quiere más delincuencia urbana. Puros bolsones de votos distintos, con baja intersección, con un eje central en el “orden y progreso”, el viejo emblema de la bandera brasileña (inspirador de cualquier proyecto de derecha en el mundo). Esa estrategia de bolsones de votos es parecida a la que hizo Trump en la elección de 2016.
¿A quien le habla Boric? A un bolsón más reducido con alta intersección: joven, bicicletero, ambientalista, feminista, pro aborto, antineoliberal. Esa estrategia se parece a la de Hillary Clinton en 2016. Ello, sumado el efecto de la edad, los continuos errores, y a un entorno que solo ha tendido a confundir el mensaje, hace que el estancamiento de los últimos dos meses pueda ser explicado en parte importante.
Pero otro factor clave que ha afectado la elección ha sido la actuación de la Convención Constitucional con sus pulsiones refundacionales y su retroexcavadora. Si a ello se suma la violencia del 18 de octubre y el terrorismo de la Araucanía, los tres fenómenos (todos medidos en las encuestas conocidas) estarían dando cuenta del cambio en las sensibilidades.
Así, la complicidad de la izquierda con la violencia, en medio de un creciente rechazo a ella por parte de la población, puede terminar siendo un gran factor que explique el auge de Kast. Y el terrorismo en la Araucanía es otro ratificador. Mañana quedará revalidado en la consulta masiva en la Araucanía el fuerte apoyo a la presencia militar en la zona. Y ¿cómo quedará la izquierda frente a eso? En términos simples el mensaje será entregado en bandeja, a pesar de que haya un mar de matices: ¿Quién está con los delincuentes y los terroristas, y quién está en contra?
Si Gabriel Boric pierde la elección, no será producto de otra cosa de que la izquierda estiró el elástico mucho más allá de lo prudente y de lo que querían los chilenos. Si la termina ganando, habrá generado un líder en la oposición con un grueso caudal de votos.
Un triunfo de Kast, en cambio, pone una enorme señal de interrogante respecto de la aprobación de la nueva Constitución. Por de pronto, es imposible que si gana JAK la Convención propicie un mandato corto, porque la ratificación de la nueva Constitución tendría que hacerse pocos meses después que éste habría obtenido una mayoría, por lo que su derrota es casi segura.
Es de esperar que cualquiera de los nuevos escenarios frene las aspiraciones maximalistas y, paradójicamente, logre un factor de moderación a la orgía refundacional de la Convención, un factor de ralentización de la aplanadora, una búsqueda -de verdad- de una “casa común”. Porque tan mal como no tener nueva Constitución es tener una Constitución loca.
Lo que es claro es que Chile se ha polarizado. Eso parece ser el fatum de lo que viene por delante. Los “aburridos” 30 años quedaron en el pasado y no volverán. Hoy no es imposible pasar del 18 de Octubre a Kast, pero es imposible pasar del 18 de octubre al 17 de octubre de 2019.