Era marzo y Cristián Aubert, entonces presidente de la U, se lamentaba: “Se solicitó a la Conmebol aplazar el partido, pero nos dijeron que no se podía. Los protocolos están establecidos y debemos presentarnos”. Y la U se presentó y perdió en su duelo copero contra San Lorenzo. Rafael Dudamel, entonces entrenador del club, debió alinear con juveniles y un par de titulares debido al duro asalto del covid al plantel azul.
Hoy es noviembre y el presidente de Colo Colo, Edmundo Valladares, está conforme con "la determinación del directorio de la ANFP de suspender el partido frente aSantiago Wanderers programado inicialmente en nuestro Estadio Monumentalpara el próximo martes". Debió jugarse ayer. El mismo enemigo mundial había dejado también a los albos prácticamente sin plantel.
Había sido en marzo, a propósito del caso de la U, que se decidió endurecer los protocolos sanitarios en defensa de la salud de los jugadores y para protección de la continuidad de los campeonatos. Los protocolos nacieron para hacer posible el retorno del público a los estadios y su cumplimiento ha quedado entregado a la eficacia, siempre dudosa, de los clubes. Se decía, por ejemplo: “Durante el partido y entendiendo que se trata necesariamente de un deporte de contacto, el juego se desarrollará de la forma que es habitual, pero se debe instruir a los jugadores de evitar contactos innecesarios, moderar las celebraciones de goles y evitar conductas innecesarias que pudiesen afectar a rivales, compañeros y cuerpo arbitral”. Absolutamente incumplido, por supuesto.
Sin embargo, había confianza en zafar del contagio masivo por dos motivos: que el fútbol chileno muestra el menor índice de contagios de la región y que la contagiosidad en cancha es prácticamente inexistente, aunque las autoridades de la salud estiman lo contrario (cuestión que pone en contra al ministerio del ramo con la comisión médica de la ANFP).
Como siempre sucede, se anunciaron graves castigos económicos y deportivos a los clubes que incumplieran los protocolos, pero … “si hay un brote, se verá caso a caso si se juega o se suspende”, en palabras del coordinador de la comisión médica de la ANFP. O sea, la puerta abierta o entreabierta. También quedaba señalado en las bases: “… el directorio de la ANFP también podrá suspender un partido en caso de verificarse la ocurrencia de un evento sanitario mayor no imputable a un club y que ponga en riesgo su realización”. Es decir, una puerta y una ventana.
Ahora bien, si los resguardos se cumplen y no hay contagios durante los partidos ¿qué es lo que no funciona, al menos en el caso de Colo Colo? Una sola cosa: la conducta de los jugadores en su vida privada. Dicho de otra forma: los jugadores llevan el virus al club, no lo reciben en su lugar de trabajo. ¿Y qué se hace en ese caso? ¿Qué dice o qué hace el Sifup en este tema? ¿Qué se sabe de la trazabilidad? ¿Cuál es el caso cero?
Lo más posible es que jamás se sepa, pues la vida privada del futbolista profesional no es terreno de investigación, salvo que la investigación lo favorezca.