Los barras bravas, los técnicos, los dirigentes y sobre todo los fanáticos de twitter, le robaron la frase a Simone de Beauvoir para transformarla en su lema de guerra cada vez que las cosas no salen como ellos quieren, les cobran un penal, les cambian el horario, no les suspenden un partido, el tribunal los sanciona o la Seremi decreta cuarentena preventiva, pues vamos con la cantinela: “Contra todo y contra todos”, como si hubiera una confabulación de poderes para impedir el éxito del club que se defiende.
En Colo Colo se asume —desde la dirigencia al técnico, pasando por la hinchada obviamente— que el brote de Covid 19 que arrasó con los protocolos establecidos fue una casualidad, un rayo de mala suerte. Y que como la cepa Delta Plus no estaba desatada en marzo, habría que considerarla como una situación de “fuerza mayor”. No hubo, ni habrá, una autocrítica hacia las laxas medidas de cuidado que las imágenes han dejado en evidencia. El vestuario albo tras el triunfo en el clásico era otra vez un pandemónium. Pero claro, como la consecuencia puede ser perder el título tan sufridamente trabajado, la misión fue salir disparando hacia adelante, descalificando cualquier medida y considerando, en el fondo, que la corona se perderá, si es que eso sucede, por una confabulación maléfica.
ColoColo no solo es reincidente, sino que los nuevos procedimientos se forjaron luego de la escandalosa suspensión de su partido contra Antofagasta en 2020, cuando operaron mañosamente para ese objeto.
Es verdad que el torneo quedaría manchado si se resuelve por una resolución sanitaria, pero es el peso que deben cargar todos los dirigentes después del bochornoso e inaceptable final que le dieron al torneo de 2019. Y a la vergonzosa política de postergaciones y reprogramaciones que impusieron para el de 2020. En otras palabras, a la escasa seriedad que ha existido en los torneos recientes para preservar la “justicia deportiva”, que tanto suelen invocar.
Pese a sus muchas culpas, no es exclusivo de los albos. La impresentable reacción del presidente de la UC tras el partido contra Wanderers sugiriendo —rodeado de hinchas— que el campeonato estaba amañado, o las declaraciones de AngelBotto (una sala del tribunal lleva su nombre) sobre el actuar parcial del Tribunal de Penalidades son parte del mismo tinglado. “Contra Todo y contra todos”, es el slogan.
Pero como siempre se puede poner peor, serán esas mismas autoridades las que deberán juzgar la inaudita, violenta e inaceptable invasión de los hinchas de la U para agredir a sus propios jugadores y arrasar con todo lo que se les pusiera enfrente. Es un hecho de tal gravedad, que ameritaba que los dirigentes del club salieran a poner la cara para asumir las culpas por la impresionante falta de seguridad en el recinto. Pero ya sabemos que los nuevos regentes azules se esconden para no asumir estos costos ni ningún otro, en una charada absurda que nuestra legislación permite, pero que la Universidad de Chile asume graciosamente.
Si los castigan con la severidad que corresponde, seguramente saldrá alguien a reclamar por los “perjuicios a la institución”. Que seguirá, claro, luchando “contra todo y contra todos”, sin asumir que, como decía Jean Paul Sartre, “el infierno somos nosotros”.