Con la pandemia disminuida, Sala Gasco empieza a ofrecernos exposiciones sin contratiempos. Y ha elegido bien al artista de ahora, el escultor Osvaldo Peña. Si antes también fueron la madera, el metal y el poliéster intermediarios suyos, hoy el leño nativo resulta su material capital. Una vez más, la figura humana es su gran personaje. Ya se trate del cuerpo de pie, la cabeza o el rostro solos, el artista no solo respeta las peculiares propiedades de su medio, sino que sabe transfigurarlo de una manera muy personal. Así aprovecha las características propias del madero: vetas, nudos, rajaduras, cicatrices potentes de desgarros naturales de ramaje y hasta de podas artificiales, imprimiéndoles atributos anímicos que van bastante más allá de la condición puramente carnal de sus protagonistas. Estos, entretanto, interpretan el mestizaje racial que cubre nuestro territorio entero. Más aún, intensifican sus dotes metafísicas.
Partamos con “Puelche”. Ese rostro fugaz de facciones aborígenes lo había desarrollado con anterioridad. No obstante, aquí multiplicado cuatro veces, se convierte en una especie de ánima de la carpintería. Es que sus fugaces fisonomías humanas emergen del ensamblado típico de la carpintería, con su juego dinámico de cepillados bloques rectangulares y oblicuos. Como versión del todo femenina de aquella esencia ebanista, la figurilla entera de “Renoval” entrega una muy esbelta sacerdotisa, nacida desde el timón de un arado ancestral. De su porción horizontal del instrumento de labranza, entretanto asoma una protuberancia: la cara de una suerte de diosa madre. Asimismo, “Crisálida” se ubica en la misma línea temática: una construcción utilitaria, aunque de fuerte sabor mágico. Su solitaria cabeza lisa aparece como engendro ritual dentro del rasgado artificial de un largo leño rugoso.
Por el contrario, de corporeidad física completa y tamaño real, un trabajo de 2018 corresponde a la pieza más antigua entre las diez contundentes piezas mostradas. Este “Guardián del bosque” se halla vestido por una corta túnica transparente. El efecto de coraza de ella le confiere una actitud guerrera, a la vez defensiva y ofensiva. Además, notable resulta aquí de qué manera las imperfecciones del leño se mimetizan con el cuerpo vivo del personaje. Inesperado emerge, en cambio, el un poco insólito damero cromático de pies y cabeza. Por su parte, “De la poda” entrega un hombre, asimismo corpulento, pero de carácter muy diferente. Desnudo, su actitud con ambos brazos en alto y rostro de un indigenismo más internacional parece, más que solicitar paz, manifestar algún momento de un acto ceremonial. Los sostenes exteriores de las extremidades superiores, el ramaje visceral cual serpientes que lo aprisionan sobre el suelo, su particular peinado acentúan la función religiosa que él desempeñaría.
Otro volumen de cuerpo completo bien reconocible es “Caverna primordial” (2021). Acá corresponde a un varón que porta sobre su cabeza un tronco, a la manera deportiva mapuche. Sin embargo, el leño está hueco y encierra en su centro una réplica en miniatura del protagonista, si bien este ostenta un gesto enteramente distinto: esperanzado, mira a lo alto, hacia el rayo de luz que lo ilumina. Sin duda, obra semejante se tiñe con un marcado simbolismo, acaso imagen de la búsqueda de un más allá. De dos años anterior, “Abismo interior” materializa el mismo tema del hombre enclaustrado dentro del ahí ennegrecido madero natural. Pero ahora este último se limita a constituir un voluminoso escenario que, visto desde su exterior, podría interpretarse como una cabeza monstruosa, producto de las innatas imperfecciones leñosas.
El insinuante “Matorral” opta por presentar, humanas, solo un par de piernas. Pero ellas, con plena fluidez, estas se continúan en una corporeidad trastocada en fantástica, en poderosa maraña de ramaje ennegrecido. Sin embargo, es probable que “Aliwen” (2020) se convierta en la creación formalmente más audaz y bella de la exhibición. Sobre el fundamento de los accidentes propios del tronco, Peña logra una imaginativa síntesis del cuerpo humano, imprimiéndole además de vuelo lírico, heroicidad gestual al protagonista de coloración imprevista. Para terminar, un saludo al acero y al bronce: “Báculo” (2021). Remata la apartada y respectiva punta de este refinado objeto ceremonial, las extremidades inferiores y el rostro de un personaje enigmático.
Metamorfosis
Peña y su reciente conjunto de escultura en madera
Lugar: Sala Gasco
Fecha: hasta el 3 de diciembre