El ser humano está en el centro de mis preocupaciones. Incluso cuando es chileno.
Reconozco, sin embargo, que cuando más me gusta el ser humano es cuando lo veo por la noche y dormido.
No hay problema que esconda su dimensión humana y para resolverla, por lo tanto, hay que ingresar a esa dimensión, así que recomiendo dos elementos para la incursión: una linterna y un palo. Cada uno sabrá lo que hace.
El factor humano, alguna vez pensé, soluciona las cosas, pero parece que es lo contrario: las empeora. En los antiguos tiempos, después de un foro político enrabiado o un debate iracundo entre candidatos, se decía algo como esto, en beneficio del factor humano: “Pelean en la televisión, pero cuando termina, después de las cámaras, salen todos amigos y se van a comer juntos. Es la misma lesera”. Ahora no saben de amistad y menos van a comer juntos, parece evidente. ¿Y la lesera? Eso sigue igual.
El punto de partida y la llama inicial del ser humano todavía se discuten, y eso sería lo único indiscutible. El final es otra cosa. Yo los enterraría a todos juntos, bajo el mismo epitafio: “Errar es humano”.
Sé dónde empiezan los derechos humanos, pero no sé bien dónde terminan. Perdonen, ah.
¿Qué es un emprendimiento humano? Es algo que está entre el quiosco y el puesto unifamiliar en el garaje de la casa. En todo caso, es algo pequeño con lo que un ser humano se da vuelta.
Me dicen que el capital humano existe. No lo he visto y no me consta.
Siempre he votado por el ser humano que camina no a espaldas del político, sino por delante. En nueve ocasiones voté por un ser humano diferente, para que las cosas fueran distintas. Y en ocho ocasiones voté por un ser humano distinto, para que las cosas fueran diferentes. Todo se mantiene exactamente igual. Es increíble.
Hay una pregunta que el ser humano se ha hecho desde siempre. Es la siguiente: ¿para un ser humano hay recompensa y vida eterna después de la muerte? Espero que no. Córtenla. Literalmente.
¿Qué es lo insaciable? El apetito humano.
¿Qué es lo que más asusta? La maldad humana.
¿Cuándo un ser humano comienza a ser persona? Nunca.
¿Por qué un ratoncito, Chewbacca, un grupo de juguetes o incluso un burro que habla son tan entrañables? Porque no son humanos.
¿Qué son las ciencias humanas? Son las ciencias que están entre las sociales y las ocultas.
¿Belleza humana? ¡Una vez la vi! Fue apenas, fugazmente y tan breve la visión, que ya ni me acuerdo de cómo era.
¿Inteligencia humana? Acá están depositadas mis esperanzas: en la artificial.
Recuerdo que una sola vez me interné en lo profundo de la naturaleza humana. Nunca había visto tanta víbora, alacrán y flor carnívora. Tanta trampa, rencor, pantano, envidia y oscuridad. Salí vivo gracias a la mona Chita. Ella me vio y avisó. Me salvó Tarzán, que por suerte es más animal que humano.
Sé dónde terminan los derechos humanos, pero no sé bien dónde empiezan. Perdonen, ah.
Declaro, por último, que hace muchos años me descubrí como ser humano. Salí escapando y confieso que he vivido: todavía arranco.