Marcelino Núñez (21 años) ve un espacio abierto en el horizonte y, teniendo dos posibilidades ciertas de ejecución de un pase largo, decide, en menos de un segundo, la mejor opción: un cambio rápido para Diego Valencia, quien, de vivo, le gana a Gabriel Suazo y en dos tiempos cortos remata sobre la salida de Brayan Cortés.
Gol de la UC.
Pablo Solari (20), cambiado de punta por el DT Gustavo Quinteros para que los albos jueguen con dos atacantes por el centro y Costa se mueva a un costado, entra al segundo tiempo con bríos renovados y primero le cometen un penal y, más tarde, hace lo que parece imposible: doblegar al arquero rival con un remate al primer palo justamente custodiado por Sebastián Pérez.
Gol de Colo Colo.
En los minutos finales, cuando ya estaba decidido incluso a jugar al riesgo para conseguir los tres puntos, el entrenador albo hace ingresar a dos que ya tiene en cuenta en la lista de importantes de su equipo: Vicente Pizarro (18) y luego Joan Cruz (18).
Pizarro aporta lo que carecía hasta ese momento Colo Colo: recuperación rápida y pases filtrados, pese a los intentos de Ignacio Saavedra (22) de mantener equilibrada la estantería defensiva de la Católica, sector donde su DT planificó el partido.
Y Cruz hace la jugada justa en el momento indicado: se saca de la marca a tres rivales (sí, a tres) antes de poner la pelota justo en la mira de Parraguez, quien se convierte en héroe en el minuto final.
Gol de Colo Colo. Triunfo de los albos.
Pero un partido que quedará en la memoria por el protagonismo de los jugadores jóvenes. De uno y otro lado.
No es menor. En los últimos años, quizás por esa manía de ser autoflagelantes, se ha instalado la idea de que en el fútbol chileno se trabaja poco y nada en las series menores. Que encontrar futbolistas talentosos jóvenes es casi tan complicado como arar en el mar o llegar a habitar Marte.
Pero en los últimos tiempos, la verdad se ha revelado. No es que no exista material o el trabajo se haga pésimo. Lo que falta ha sido voluntad, determinación y sentido de riesgo para darles posibilidades a esos jóvenes de jugar en el primer nivel competitivo nacional.
Universidad Católica y Colo Colo, por razones distintas en un principio, pero con convicciones hoy igualmente arraigadas, se han atrevido esta temporada no solo a exhibir a sus canteranos, sino que a darles protagonismo.
Más allá de la reglamentación de los minutajes y de que igual gastan miles de dólares en apuestas locales y extranjeras, cruzados y albos se han comprometido a accionar la conexión técnica entre las inferiores y el primer equipo, lo que es valorable y plausible.
Cierto. No todos van a dar la talla. No siempre van a ser figuras. Incluso, muchas veces van a ser factores de riesgo para la consecución de un resultado.
Pero no importa. Vale más apostar al riesgo y jugársela porque los jóvenes no pueden esperar.
Son el presente. Son los que pueden hacer de un partido un verdadero espectáculo.