El Mercurio.com - Blogs : Riesgo país y sistema político
Editorial
Lunes 25 de octubre de 2021
Riesgo país y sistema político
"Su evolución evidencia dudas de la seriedad con que Chile está abordando sus problemas".
Nuestro país sigue manteniendo un riesgo soberano bajo entre las economías emergentes, pero aun así se ha deteriorado: mientras que durante la última década, salvo algunos momentos específicos, había sido el más bajo de la región, hoy esa posición la ocupa Uruguay y la brecha entre ambos se ha ido incrementando, de acuerdo con el EMBI o Indicador de Bonos de Mercados Emergentes. En efecto, si en la última década ese riesgo había sido inferior para Chile en un promedio de 36 puntos base, en el último mes el riesgo soberano de Uruguay ha sido 13 puntos base inferior al nuestro, pero con tendencia al aumento. Incluso el riesgo país de Chile se comienza a acercar al de Perú, el tercer país latinoamericano con menor riesgo soberano.
La preocupación por este indicador tiene que ver con su impacto sobre el costo de financiamiento de las empresas y el Estado. Por ello es importante mantenerlo controlado. Alcanzar ese propósito no esconde grandes secretos; demanda, en cambio, responsabilidad en las políticas que se promueven y respeto irrestricto a las reglas e instituciones, así como a la democracia representativa. La evolución del riesgo soberano no sugiere que estas dimensiones estén amenazadas, pero sí da cuenta de algunas dudas. Los retiros previsionales —en particular, el cuarto— y las consecuencias asociadas en el mercado de capitales y la inflación han dañado la percepción de seriedad del país para enfrentar sus problemas.
A esta realidad cabe agregar un grado de inquietud respecto de la situación fiscal. Hubo gastos transitorios que fue razonable financiar acudiendo a fuentes transitorias, como el aumento en la deuda pública o la reducción de fondos soberanos, pero ahora Chile debe retornar a una senda fiscalmente sostenible, disminuyendo dichos gastos y financiando los permanentes que se deriven de la experiencia reciente o de las políticas futuras con ingresos también permanentes. Sin embargo, el debate al respecto es confuso y fuente adicional de incertidumbre.
Debe considerarse también la incapacidad que ha mostrado el sistema político para abordar problemas relevantes. Al generar aquello un desajuste entre la modernización económica, social y cultural que el país ha experimentado y el orden político-institucional, se vuelve una fuente de inestabilidad. En la medida en que esto no se aborde adecuadamente —la Convención Constitucional, por ejemplo, no parece tenerlo entre sus prioridades—, el riesgo es que algunas de las reformas que Chile necesita continúen siendo objeto de interminables discusiones que no terminan por zanjarse. Aunque a veces ese desajuste no pareciera tal, porque la proporción de proyectos de ley que se aprueba en el Congreso sigue siendo importante, lo cierto es que iniciativas de gran impacto en la ciudadanía —el mejor ejemplo, la reforma previsional— llevan demasiado tiempo estancadas.