1. Los dos debates presidenciales iluminaron lo que se sabía y que ahora se hace evidente: los periodistas, cuanto menos hablen, mejor.
El primer encuentro, el de CNN y Chilevisión, fue muy superior al segundo de TVN, Mega y Tele13, por un formato que los contuvo y redujo a lo que corresponde: preguntar breve y conciso, sin floripondios ni agregados ni alargues.
Es difícil porque por motivos inexplicables creen o imaginan que tienen mucho que aportar, la verdad es que nada y es cosa de escucharlos.
En el fondo, quisieran ser los entrevistados, pero los únicos interesados que enfrentan esa angustia son los estudiantes de Periodismo que lo hacen por pasar el ramo. Así que desquítense con ellos, pero no conmigo ni con las legiones de televidentes que me apoyan y marchan a mis espaldas.
Les pido el siguiente ejercicio de introspección: mirar dentro de su ser, descender de dos en dos, sentarse al fondo en la oscuridad y esperar en silencio. No están solos, sino acompañados por extrañas sombras. Es el momento de aprender a preguntar.
—¿Quién anda por ahí?
—El lugar común.
—¿Quién se mueve por la esquina?
—Un copuchento.
—¿Quién corre por allá?
—El quinto poder.
—¿Quién me hizo cosquillas?
—Soy una errata, dispensa.
El ejercicio espiritual les ayudará a quedarse callados y no expresar dos cosas: pensamientos y sentimientos. Evítennos los primeros y entiendan que los segundos son pasajeros, como les consta. No me hagan poner ejemplos.
2. No es necesario que los noticieros terminen con los nacimientos en zoológicos: pandas juguetones de Singapur o el gorila albino en Praga. Hasta en el jardín infantil les pedirían el ejercicio: maduren. A lo mejor ya lo hicieron. En ese caso, lo siento. ¿Van a seguir con el tigrito de Bengala y el elefante pigmeo? A los periodistas de investigación, para que tiren las manos, les pido que ubiquen a una cebra sin rayas. A ver cómo les va. Y no me vayan a pintar una mula. ¿Me van a decir que la nota tierna de los zoológicos es para terminar con algo esperanzador? Aturdidos. Por si aún no lo han descubierto: un buen periodista debe ser amargado. Los malos y mediocres no.
3. La publicidad es necesaria, aunque no hay forma de reunir realeza británica con un limpiacallos o un pulecortezas del talón con la entrega de los Premios Nobel. Hay algo desencajado. En otros tiempos los periodistas evitaban leer avisos y hacer propaganda, porque podía afectar la distancia e independencia con los sucesos y protagonistas. Ni pensar en leer un texto publicitario, promover detergentes o proclamar multinacionales del comercio. Y menos bancos, inmobiliarias o farmacias. No lo hacían y se espantaban, hasta que un día se dejaron de espantar. Vivimos tiempos desencajados.
4. Me gustaría que a los Pandora Papers les dijeran Papeles de Pandora. La única razón que se me ocurre es que en Chile hablamos español.
5. ¿No tendrán un corrector ortográfico automático para los carteles y leyendas? Por si acaso: “necesidad”, primero “c” y después “s”. “Seso” es siempre con “s”.