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Editorial
Domingo 17 de octubre de 2021
La semana política
Conspiran contra el evidente esfuerzo por dar señales de tranquilidad la incertidumbre programática, las características de su coalición y la trayectoria del propio candidato.
Boric, el PC y la fuerza de las contradicciones
Evidentes han sido los esfuerzos desplegados por el candidato Gabriel Boric para atenuar la justificada inquietud que despiertan sus propuestas. Favorito en los sondeos, el postulante de la izquierda parece hoy preocupado por ofrecer señales tranquilizadoras. Se trata de un empeño destacable, pero contra el que conspiran no solo la incertidumbre programática y las características de su coalición, sino también sus propias contradicciones.
El diputado frenteamplista logró imponerse en las primarias al postulante comunista, Daniel Jadue, proyectando una imagen de contención, pero levantando una plataforma programática radical, si bien más gradualista, no demasiado distinta de la del abanderado PC. Ese programa fue bajado hace días del sitio web de Boric; se dijo que a fines de este mes se entregaría una síntesis actualizada, pero también se espera que ahí se incorporen más específicamente los planteamientos comunistas. Es natural la incertidumbre que ello genera. En una coalición de izquierda que ha registrado no pocas tensiones, el programa juega un papel central como factor de cohesión. Tal fue la experiencia de la segunda administración Bachelet, quien justificó sus políticas más cuestionadas en la fidelidad a ese documento, reivindicada por el mismo PC cuyas figuras ahora ya han advertido que, en un gobierno de Apruebo Dignidad, denunciarán lo que se aparte siquiera “un milímetro” del programa que pacten, en palabras de Jadue, y que ese programa “se debe cumplir y no en la medida de lo posible”, según enfatizó Guillermo Teillier. Aún más, en los mismos días en que Boric ha buscado calmar las preocupaciones respecto de su anunciada revisión de los tratados comerciales o de su posición frente a la autonomía del Central, los dirigentes comunistas han extremado públicamente sus posturas en las mismas materias.
El candidato ha enfatizado que, de ganar la elección, será él quien gobierne; sin embargo, su completo giro en la votación del cuarto retiro previsional abre dudas respecto de la fortaleza de su liderazgo.
¿Estrategia o convicción?
También la trayectoria de Boric resulta contradictoria. Si su participación en el acuerdo del 15 de noviembre de 2019 habla de un político comprometido con el camino institucional, ello contrasta con su entusiasta apoyo a las violentas evasiones masivas que antecedieron a los hechos del 18 de octubre, su respaldo al indulto de los llamados “presos de la revuelta”, su legitimación de las barricadas como forma de protesta o su ambigua mirada de aquella fecha, que no “celebra” pero sí “conmemora”. Igualmente difícil es evaluar el real compromiso con el restablecimiento del Estado de Derecho en La Araucanía por parte de quien el año pasado solidarizaba con la huelga de hambre de Celestino Córdoba, condenado por uno de los más brutales crímenes cometidos en esa zona. O, también, sus convicciones respecto de la libertad de expresión, donde si bien marcó diferencias claras con Jadue en las primarias, apoyó en la Cámara la penalización del negacionismo y en sus propuestas incluye establecer un Consejo Regulador de las Comunicaciones.
Un rasgo valorado en Boric es su capacidad para admitir errores, como lo hizo a propósito de su lamentable fotografía mostrando una polera que celebraba el asesinato de Jaime Guzmán o su encuentro con el prófugo Palma Salamanca en París. Sin embargo, la recurrente variación de las propias posturas, eliminando aspectos impopulares —por ejemplo, la idea de asegurar vivienda a todos los inmigrantes, sin importar su estatus legal—, puede también ser leída como una estrategia de posicionamiento político y minar su credibilidad. Más aún cuando el compromiso con la gobernabilidad que busca proyectar es contradicho por actuaciones como su apoyo esta semana a un injustificado paro del Colegio de Profesores o a una acusación contra el Presidente de la República que, redactada en términos estrictamente panfletarios, amenaza la estabilidad institucional.
Sichel, campaña en problemas
Días difíciles ha vivido la candidatura de Sebastián Sichel. No solo el desempeño de José Antonio Kast en los debates ha tornado inciertas sus posibilidades de pasar al balotaje, sino que, objeto de implacable cuestionamiento por sus adversarios, no ha logrado responder satisfactoriamente. Además, su valiosa apuesta por imponer liderazgo en la discusión del cuarto retiro, en lugar de acomodarse a lo que parece popular, le ha traído costos relevantes.
Un año electoral vertiginoso ha mostrado que, a casi un mes de los comicios, el escenario dista de encontrarse definido, pero es evidente que la campaña del abanderado de la centroderecha demanda profunda reorientación. Si el énfasis en la propia figura de Sichel pudo tener inicialmente sentido, luego de su contundente votación en las primarias, en la actual fase resulta crucial la capacidad de levantar propuestas claras que se hagan cargo de las inquietudes ciudadanas, y al mismo tiempo interpelar a la izquierda y hacer patentes sus contradicciones.