Gabriel Boric: Cuando sus palabras lo entusiasman, estira los índices de sus manitas, apunta hacia lo alto y en ese momento, —lo que son las cosas— percibo cierta pequeñez. Puedo ser yo, debo ser yo, pero no lo imagino en la Parada Militar o en el tedeum, pero lo veo con la banda presidencial hasta las rodillas y perdido en el Cerro Castillo. Necesita estatura, en sentido amplio. Si en el primer debate, por razones de tiro de cámara, se subió a un cajón, ahora, maestro, que sean dos.
José Antonio Kast: Está en vitrina y la derecha profunda, la superficial y la del medio, lo mira y mira. Usemos términos bíblicos, porque hay un apocalipsis dando vueltas: ¿cuál es el profeta y cuál el mesías? Más grave aún: ¿quién los podrá salvar? Peor todavía: ¿habrá salvación? Son las cosas que inquietan a ese nicho de mercado reducido y con poder de compra —el que vitrinea— que anda con el alma en un hilo. No se vaya a cortar. Es broma.
Marco Enríquez-Ominami: Vuelven los vendedores viajeros y el cambio es físico —viejo y canoso—, pero si no compraste antes, ahora menos y mañana tampoco. Pienso en sus obras: “Mansacue”, con Cristián Warner como productor, y “La vida es una lotería”, de nuevo Cristián en la producción. Si ya cambió de productor, ¿por qué no de producto? Shampoo suavizante, crema capilar, gel para cabello y hasta un acondicionador para cejas. Todo eso te lo compro.
Eduardo Artés: Permite que el resto saque lo mejor de sí mismos: comprensión por el distinto y simpatía por esa persistencia revolucionaria irrealizable e inofensiva. Su imagen remite al emporio de cambucho y poruña. Despierta curiosidad, compasión y nerviosismo, porque nadie desea que haga el ridículo. En el primer debate utilizó un tinte castaño cobre escarlata. ¿Por qué no prueba un castaño claro herrumbre? Pregúntele a ME-O, don Eduardo.
Yasna Provoste: Entiendo que son tres las ideas dominantes: mujer, traje de dos piezas tipo Bachelet (eventual variación chalón delgado verde oscuro pistacho) y en algún momento subrayar la ascendencia diaguita. No lo hizo, pero está en pauta lo del kakán, la lengua perdida de los diaguitas, y decir algunas palabras: amancay, que significa corazón, y chasqui, que es mensajero. Lo anterior lo saqué de Wikipedia. Recomiendo encarecidamente revisar otras fuentes. Gracias.
Sebastián Sichel: Antes del debate, pierna arriba y conversando, detecté dos elementos reveladores. Calcetines quizás afranelados, acaso con rombos, muy gruesos para un set de TV, que lentamente sofocan de abajo hacia arriba. Y un lápiz colorinche, tipo plumón, con el que se azotaba la pierna, en un evidente signo de nerviosismo. Para el lunes 11, recomiendo calcetín negro tipo strech y Bic punta gruesa, en ningún caso afirmado en el bolsillo superior de la camisa.
Franco Parisi: Si aparece, aparece, ¿qué le vamos a hacer? ¿Y si no parece?, bueno, en ese caso, no aparece no más. Su condición natural es la de un aparecido. En otras palabras: ectoplasma, poltersgeist, espectro. Esto lo sitúa en el género que corresponde, porque su campaña y candidatura bordean los límites de lo real y legal. Se trata, en realidad, de una actividad paranormal.