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Cartas
Lunes 04 de octubre de 2021
Aborto y conservadurismos
Señor Director:
La discusión que se ha dado en los últimos días acerca del aborto muestra dos conservadurismos bien diferentes: el de José Joaquín Ugarte y el de Daniel Mansuy. El profesor Ugarte argumenta dentro de un sistema bien ordenado de principios, conceptos y categorías. Eso transfiere la discusión a la validez de sus premisas. En ese nivel no se puede decir que cuente con recursos seguros. De Mansuy no se sabe cuál sea su horizonte de referencia, salvo por su hostilidad pueril a lo que él considera neoliberal.
¿Por qué cabría asignar personalidad al embrión o feto nonato? El solo argumento de la pertenencia a la especie humana es reconocidamente insuficiente, porque la dignidad personal del ser humano se afirma en ciertas propiedades que este posee. Es indispensable unir el argumento de la pertenencia a la especie a otras consideraciones. El sistema del profesor Ugarte provee esa conexión: la relación metafísica entre la especie, la forma y el alma racional. El problema es la actual validez cultural de ese sistema.
¿Mansuy es también un aristotélico-tomista riguroso? Si lo es, se cuida de mostrarlo, porque pasa por interlocutor dúctil en el mundo de la cultura posmoderna. Se refugia en el argumento débil del principio precautorio, sin reparar en la intensidad y selectividad de la carga que ese argumento impone a la persona embarazada.
¿Por qué cabría imponer a la persona embarazada el deber de tolerar el embarazo? El solo argumento de que de lo contrario se mataría al embrión o feto anidado es reconocidamente insuficiente, porque de la prohibición de matar a otro no se deriva el deber de tolerar la invasión del propio cuerpo para asegurar su supervivencia. El sistema del profesor Ugarte provee un fundamento: tanto la inclinación natural a la reproducción sexual como los presupuestos naturales de la presencia de seres humanos vivos en el mundo demuestran que el deber de tolerar el embarazo es una norma moral derivada del orden cósmico. De nuevo, el problema es la validez de ese argumento cosmológico en el contexto de una sociedad moderna, ordenada prioritariamente conforme a criterios de distribución de autonomía mediante prohibiciones de daño.
¿Mansuy también deriva imperativos morales del orden del cosmos? Si lo hace, lo encubre. Y de la manera más grotesca: calificando la decisión de interrumpir el embarazo como mera gratificación de un deseo. En el argumento del profesor Ugarte, al menos hay un reconocimiento de la dignidad asociada a la carga impuesta por el embarazo. En el de Mansuy, pura banalización. Misoginia pura.
Antonio Bascuñán