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Cartas
Viernes 01 de octubre de 2021
Aborto y neoliberalismo
Señor Director:
El principio de abstenerse ante la duda se aplica cuando se busca proteger a un humano sujeto de derecho, incluso cuando existe una probabilidad de que esté ahí o allá. Ahora, la pregunta de cuándo el subgrupo (de edad) de la especie humana es efectivamente sujeto de derecho se responde, hoy, en función de un continuo biológico que parte desde la concepción. Si no, usar la pastilla del día después sería jugar a la ruleta rusa con un niño y, como legislador, habría entonces que prohibirla, poner penas de cárcel a las mujeres que la utilizan y desde ahí argumentar.
Así, en un Estado laico, decidir la fecha en ese continuo de tiempo no tiene solución más que aproximada, tanto científica como arbitrariamente. Una lástima, pero una desgracia para otras creencias. Por lo tanto, este principio no tiene sentido de ser aplicado para proteger células, o sangre para una transfusión, en función de que puedan estar acompañadas de un fantasma o no. Sí tiene sentido aplicarlo para proteger a una mujer hecha y derecha: no se le puede encarcelar por haber eliminado unas células que, tal como la sangre, puedan estar, quizás, y nadie sabe ni sabrá, acompañadas de un fantasma.
Respecto del ejemplo de la esclavitud que da Daniel Mansuy: no había duda. Otro subgrupo de la especie humana, las mujeres, al igual que los negros, tampoco eran sujeto de derecho en base a creencias similares e invenciones de dudas —y aún lo son en algunas sociedades—. Por suerte la ciencia, que eliminaba esa duda, y el liberalismo, reconocieron como iguales y sujetos de derecho a negros y mujeres.
Y en relación con el “neoliberalismo”, que Mansuy define como “primacía absoluta de deseos individuales”, diría que ni los “famosos neoliberales” como Hayek o Friedman, ni Lastarria, ni menos Roger Scruton (a quien Agustín Squella también acusó de “neoliberal”), defendían algo siquiera cercano a eso respecto de los deseos.
Justamente por esto último, y por lo que dije en mi carta anterior, es mejor evitar el uso de esa palabra, usada y abusada por quienes se ven forzados a argumentar sin ajustarse a la ciencia, la verdad y los hechos, e insisten en afirmar que vivimos en un infierno terrenal.
Fernando Claro V.
Fundación para el Progreso