Llegó Castrilli. Habló Castrilli. Cumplió en Chile una semana Castrilli. ¿Ganamos con Castrilli?
Nadie sabe eso porque nadie sabe lo que quiere. La ANFP, con seguridad, no lo sabe, porque si lo supiera lo habría dicho, lo habría contado algún director o algún funcionario. No Cagigao, porque él no tiene que ver con el arbitraje, sino con otras cosas que él sabe.
Este asunto ya quedó claro desde el momento en que asumió Pablo Milad. ¿Se acuerda? Lo primero que hizo fue sacar de la presidencia de los árbitros a Enrique Osses e instalar en el cargo a Jorge Osorio.
No se supo entonces, ni se sabe hoy, el fundamento del cambio. Lo que se sabe, siempre, es lo que dice el recién llegado. Y solo eso. El que se va lo hace en silencio o con empalagosas palabras de gratitud. Con las vueltas que tiene la vida, lo mejor es no quemarse.
Jorge Osorio había llegado hace un año, en agosto de 2020, para reemplazar a Enrique Osses, lo que se explicó porque “la ANFP necesita una renovación de personas con una formación diferente, acorde con los objetivos que nos hemos puesto nosotros como directorio”, en palabras de Milad.
Las características de esos objetivos no fueron precisadas, aunque Carlos Chandía expuso una visión más detallada: “Fue una buena aserruchada de piso”. Y explicó: “Quien llegó (Osorio), siempre quiso estar ahí, siempre quiso llegar”. Versiones, como se dice, encontradas.
El caso es que el destituido Osses, el árbitro FIFA con una carrera referil de 14 años que en 2015 expulsó a Neymar en la Copa América, se fue a México como director de Instrucción Técnica de los árbitros.
Jorge Osorio, con o sin serrucho, pero con un gran currículum, llegó a la presidencia con larga carrera y buenos títulos como ingeniero industrial, licenciado en Ciencias de la Ingeniería, licenciado en Educación y profesor de matemáticas, y director de la carrera de árbitro en el Instituto Nacional del Fútbol. Dijo que llegaba a “fortalecer, reforzar y darle nueva fuerza a lo que ya se viene trabajando” (¿y por eso se descabezaba ese proceso?).
Y dijo, observe usted: “Es una muy buena sensación sentir el respaldo de la Federación de Fútbol de Chile y del directorio para asumir este desafío”. Apenas doce meses después ya no tenía ese respaldo…
Es interesante hacer la historia de estos cambios ocurridos en tan poco tiempo. Más que a un desarrollo institucional parecen acontecer al interior de una teleserie barata. Revelan, obviamente, la ausencia total de una articulación racional, de una política estructurada. Más bien parecen “tincadas” o producto de intrigas.
Castrilli, debemos entender, llega con el mismo respaldo que dijo sentir Osorio. De igual forma, “el juez de hierro” debe haber llegado a continuar el buen trabajo que se ha hecho, cuyo único defecto ha sido producir muy malos arbitrajes y un desastroso resultado con la aplicación del VAR. En lo demás las cosas están bien. Y estarían mejor si supiéramos qué es lo demás…
Habrá que desearle suerte. La va a necesitar, por muy de fierro que sea.