De Rodrigo Galecio (1972) recordamos su volumétrico paralelepípedo exultante de colores y aparentes ladrillos dispuestos con regularidad geométrica. Hoy día, en el MAVI, lejos de abandonar la plana geometría neoconstructivista sintetiza, en armónica unidad, férreos rectángulos y cuadrados con una figuración bastante particular. Comprende esta última una fresca inventiva pop con escenas encantadoras de historieta cómica, signos y símbolos contemporáneos, acercamientos a emblemas publicitarios, personajes de juegos electrónicos, citas ocasionales de textiles precolombinos u otras culturas más o menos exóticas. Tampoco falta como testimonio de su pasado no muy lejano (2002-2008) un grandioso panel, compuesto de 24 cuadros amplios que desarrollan una enjundiosa variación alrededor de superficies abstractas limitadas por ángulos rectos. El que podría ser como conjunto de un peso visual muy peligroso, nacido de la proliferación de protagónicos bordes duros, se halla perfectamente equilibrado. En esto, tal como ocurría en el paralelepípedo de otrora, la concurrencia de un admirable despliegue cromático cumple el rol principal.
En cambio, su madura producción actual (2019 en adelante) va más allá con la audaz y en principio contradictoria unificación de figuración y abstracción. Así, bien reconocible, la narración de escenarios y personajes diversos, de variados distintivos emerge desde una firme, una poderosa y protagónica estructuración geométrica de los planos y sus espacios amplios. Respecto a estos últimos, el repertorio pop equilibra con gracia e inventiva su presencia. Cierta aspecto de mural podría adjudicarse a estos originales trabajos de calidad plástica sin desmayos. Una y otra vez, resplandece la vitalidad de los acordes de colores fuertes y la arrojada incorporación de importantes superficies en negro.
Como el artista anterior, integrante del Taller Bloc, Tomás Rivas (1975) también expone obras numerosas y a dúo con Galecio en el MAVI. Se advierte en ambos la voluntad común de variar la geometría: en el segundo, a través de una dialéctica pictórica; en el primero, interviniéndola parcialmente. Conocíamos a Rivas por sus construcciones de acercamiento a la arquitectura clásica y al ornamento. Pero en sus obras de los últimos años ha emprendido una ruta por completo distinta, la pintura. Como decíamos, la conduce por intermedio de una geometría bastante libre, cromatismo más bien claro y frecuentes collages de papel como soporte. Sin embargo, el color suele tender a ensuciársele: por ejemplo, en la serie “Test mural”, que además ostenta una imaginería débil. Por el contrario, lo más logrado suyo resulta la sólida, la hermosa serie “Portales”, donde sabe superar con éxito imposiciones de la tradición lineal. Sumemos también el grupo de cuadros pequeños “Orden y estilo interior”, junto a “Vacío doble con fuerza desmedida, “Vacío y franja”, “Fantasía modernista”.
Galería Animal ofrece la producción reciente de Cristóbal Anwandter. Dejadas atrás sus figuraciones de hace 10 años alrededor del cuerpo humano, esta vez con paso firme opta por lo no reconocible. De esa manera, sus ordenados, límpidos, chorreos de pintura sobre tela impresa con serigrafías, sobre madera troquelada o sobre plano surcado por texturas de pigmento crean una interesante interacción entre fondos y superficies. No poco de enigmáticas sugerencias ofrecen estos trabajos, ya con algo de diseño textil, ya con algo de signos o códigos velados de computador.
La Corporación Cultural de Las Condes nos propone un nombre juvenil y nuevo, Felipe Riesco (1991). A primera vista, sus óleos sobre lienzo parecen fotografías publicitarias alrededor de una muy atractiva modelo. No obstante, acercando y deteniendo la vista, cabe observar que se trata de pinturas dentro del realismo ilusionista, dotadas de indudable destreza lineal, sujetas a un delicado claroscuro luminoso y a variaciones dentro de una monocromía propia cada vez. No obstante, pensamos qué habría ocurrido con estos cuadros extensos si su protagonista argumental hubiera sido una mujer dotada de un físico corriente. Es que acecha al autor el traicionero peligro de confundir lo bonito, siempre limitado a lo solo superficial, con belleza, hermosura, atributos de un rango muchísimo más profundo y difícil de alcanzar.
Pintura de aventura
Rodrigo Galecio y su bien lograda síntesis de figuración y abstracción
Pararrayos
De Tomás Rivas, asedio a la geometría.
Lugar: MAVI
Fecha: hasta el 31 de octubre
Mecánica del accidente
Interacción entre fondo y superficie, de Cristóbal Anwandter
Lugar: Galería Animal
Fecha: hasta el 25 de septiembre
Cromática
Variaciones monocromáticas de Felipe Riesco en naranja, rojo y azul
Lugar: Corporación Cultural de Las Condes
Fecha: hasta el 26 de septiembre