Señor Director:

Soy de una generación que mira el quiebre democrático del 11 de septiembre de 1973 como un hecho trágico y doloroso. Soy de una generación que tiene conciencia de que no quiere vivir algo así nunca, y que defiende los derechos humanos de forma irrestricta, sin ambages ni diferencias entre unos y otros.

Soy de una generación que creció en democracia, y cree en el entendimiento entre los distintos en paz, sin violencia ni odio. Soy de una generación que defiende el diálogo como condición fundamental para construir un país.

Veo con esperanza los próximos años. Tenemos que cambiar; tenemos que avanzar hacia una sociedad más justa; tenemos que confiar en el de al lado; tenemos que hacer las reformas necesarias para nivelar la cancha; tenemos que hacer una mejor política. Hay tanto por hacer, y lo haremos en una democracia en que las reglas se respetan, en que la deliberación le gana a la fuerza y las mayorías se ponen de acuerdo con las minorías. Soy optimista de lo que viene.

Por eso, me rebelo ante la idea de buenos contra malos; ellos versus nosotros; los de abajo contra los de arriba. Me rebelo a pensar en la política de dos mitades, en proyectos que piensan en algunos chilenos y no en todos los chilenos. Sigo convencido de que podemos resolver nuestros conflictos abandonando traumas y fanatismos.

Somos distintos y tenemos diferencias que se resuelven profundizando la democracia, no destruyéndola. Estoy seguro de que somos muchos más.

No podemos dejar que el pasado nos divida, en que el único objetivo sea doblarle la mano al que está al frente, en la lógica de vencedores y vencidos, de hacer política contra alguien y no junto a muchos. Los chilenos quieren que nos pongamos de acuerdo, que resolvamos los problemas complejos y que nos atrevamos a decir que el de al frente puede tener la razón.

Los chilenos quieren que el futuro sea mucho mejor que el presente y que no nos quedemos mirando al pasado. De todos depende.

Sebastián Sichel