¿Se podía ser más audaz en Quito? Por supuesto que se podía, sobre todo porque Ecuador se había quedado con uno menos, porque Enner Valencia prolongaba su sequía goleadora y porque Gustavo Alfaro había sacado a Hurtado, el lateral que nos había vuelto locos.
¿Y por qué no lo fuimos? Seguramente porque pesó la historia, y Lasarte recordó que hace un cuarto de siglo no se rescataban puntos en Quito. Y porque el físico ya no acompañaba: Aránguiz, Isla y Vidal jugaron al límite por el cansancio y la altura. Y también, claro, porque no hay mucho como para ponerse audaces. Cuando había que ir a buscar el partido, la banca chilena demoró más de la cuenta en tomar decisiones, quizás sabiendo que las alternativas no resuelven problemas ni son más que los titulares.
Se diluyó así una gran opción de sumar tres puntos, porque, objetivamente, las chances eran nuestras. Y, sobre todo, con las condiciones favorables, no fuimos capaces de generar opciones de gol y mucho menos de marcarlos. Las mejores oportunidades estuvieron en las pelotas detenidas, pero ninguna tan clara como las que tuvieron Plata y Caicedo para los locales.
Un empate que no alcanza para ilusionarse, a no ser que estrujemos el optimismo apostando a una victoria en Barranquilla, aunque llegaremos más cansados y con menos opciones debido a la suspensión de Vargas. Con lo poco que nos queda, habrá que ponerle fichas a un milagro que otra vez tendrá matices: Colombia llega con problemas defensivos, pero nosotros no tenemos con qué aprovecharlos.
La opción conservadora que impone festejar el puntito ganado podrá seguir sacando cuentas en el aire a favor de una fecha triple que asoma favorable desde el fixture en octubre, pero la realidad obliga a decir que nuestros problemas, lejos de solucionarse, se van acentuando. En la altura de Quito sufrimos, otra vez, el raquitismo de ataque.
Estamos donde mismo. O sea, en una zona gris donde la tibieza no suma. Y en octubre todo será incertidumbre después del papelonazo de los dirigentes de FIFA y Conmebol tras el bochorno de Sao Paulo. Así como van las cosas, los clubes europeos seguirán condicionando las clasificatorias, lo que tampoco es una buena noticia.
Lo de ayer en Quito nos dejó entre Tongoy y Los Vilos porque, la verdad, el empate no es ni chicha ni limoná. No podemos sentirnos afuera, pero tampoco nos sumamos a la pelea.