En las artes visuales de nuestros días se ha ido desarrollando, como capital medio expresivo, el empleo de la costura doméstica, del hilo y la aguja, de ciertos materiales textiles. Precisamente, a través de ellos María José Mir da un paso adelante dentro de su maduración creadora. Bien lo demuestra su exposición en Galería Artespacio. A primera vista, lo mostrado opera mucho mejor sobre el espectador pieza por pieza que como visión de conjunto. Es que la inclusión de dos trabajos múltiples —obra entera, uno; agrupación de 17 realizaciones distintas, el otro—, junto con hacer muy difícil el montaje, pesan mucho dentro de la totalidad exhibida, comunicándole un efecto de heterogeneidad visual. Y si de ambas ejecuciones anotadas se trata, en aquella compuesta por elaboraciones individuales debe señalarse, no obstante, su muy adecuado y unificador soporte de impecable cuadriculado con tiza.
Pero vayamos al meollo de la exhibición. Para comenzar, las 28 variaciones en blanco, negro, grises oscuros, enmarcadas por simple y también protagónico fierro oxidado. Aquí, por intermedio de horizontes variables, de rectángulos y cuadrados rigurosos, desarrolla una serie de hermosísimos paisajes minimalistas, reducidos al dinamismo soterrado del más austero diálogo entre cielo y tierra. Hasta podría decirse que se trata de la contemplación ejercida desde una ventana. Del todo diferente, impone su presencia poderosa el dúo de lleno y vacío que concretan dos grandes círculos. En estos, las costuras negras respectivas definen ya la presencia circular, ya marcan los bordes de una abertura audaz. Asimismo, se hace admirar la economía de medios con que la expositora logra especial belleza de resultados en el grupo de telas pequeñas, cuyos personajes se limitan a las finísimas texturas de grises y negros que constituyen la siempre renovada imagen redonda sobre cuadrilátero.
Sin duda alguna, sabe la artista revitalizar estas formas abstractas tan esenciales. Ello, acaso en buena medida, gracias a la gran delicadeza de su labor con hilos y a la elección de retazos de antiguas sábanas y sus sobrios bordados decorativos tan del gusto nacional, gracias a un radical sentido de síntesis geométrica, gracias al personal uso cromático de los valores extremos con sus intermediarios inagotables, a los que se añaden los ocres naturales del material. En relación con los valores absolutos anotados, solo el rojo hace su infrecuente y oportuna aparición —entre otros, el bello trabajo mostrado en una ventana de la galería—. Por otro lado, en ocasiones escasas, intervienen aguadas transparentes de negros, definiendo la presencia un poco insólita de asomos fugaces de extremidades humanas. A veces, también, aparecen hilos sueltos, como si quisieran recordarnos que los paños y sus bordaduras son ahora el fundamento esencial de la obra de María José Mir.
Humor abstracto
Samy Benmayor sabe imponer su sólida trayectoria en AMS Galería de Vitacura. Esta vez, sus 18 pinturas parecen nacer en buena medida del azar, de hallazgos visuales conseguidos a través de improvisaciones carentes de intención previa. Tales resultados serían, pues, producto subconsciente de la verba personal y de la experiencia expresiva del artista. Por supuesto que también continúan su evolución rumbo a una abstracción hoy dominante. ¡Y cómo logra hacer de esta última una serie de imágenes jocosas, mediante sus característicos jugueteos argumentales! Así, sobre entramados zigzagueantes de líneas paralelas negras —blancas por instantes—, que se entrechocan como un tejido deformado, impone potentes figuras no reconocibles. Estas, sin embargo, obligan de inmediato a asociarlas con el repertorio iconográfico figurativo de Benmayor. Además, las vivas coloraciones planas de ellas corresponden a las de la historieta cómica, subrayando su ánimo burlón. Al mismo tiempo, unas pocas de las imágenes concurrentes llegan a identificarse claramente con personajes anteriores suyos. Por ejemplo, ese notable zapato destartalado con taco desmedido o esa especie de cabeza con un par de cachos, o un engrosado Ratón Mickey.
De memoria
Bordados, figuras geométricas esenciales y valores cromáticos absolutos, manejados por M. J. Mir con particular finura y voluntad contemporánea
Lugar: Galería Artespacio
Serendipia
Cómo Samy Benmayor logra imprimir en lo no reconocible la agudeza de su ánimo burlón
Lugar: AMS Galería
Fecha de ambas exposiciones: hasta fines de septiembre