Imposible no pensar en la Comisión Brandt o Comisión Norte Sur, nacida a fines de los 70 con la presidencia del Canciller alemán Willy Brandt y la participación del expresidente Eduardo Frei Montalva. Nos interesó vivamente a muchos chilenos por la participación de un brillante compatriota —uno de los tres latinoamericanos integrantes— y por formar parte nuestro país del sur pobre del mundo, más adelante llamado “subdesarrollado” y otro poco más adelante “en vías de desarrollo”, donde seguimos estando.
La necesidad de colaboración del norte rico con el sur pobre se desprendía de los estudios y se citaba en los informes de la Comisión. De no suceder así, Brandt anunciaba una catástrofe económica mundial.
¿Y por qué recordarlo hoy en una página de deportes? Por la actuación de las ligas europeas en las dificultades puestas para la cesión reglamentaria de sus jugadores sudamericanos a las selecciones de sus países de origen. Esta ha sido la actuación del rico egoísta, del que juega a favor de ser el dueño de la pelota, de poner las reglas, de contratar a los mejores jugadores, de comprar todo lo comprable. Es decir, de hacer en el fútbol todo lo contrario de lo que postulan sus pensadores para las relaciones internacionales.
La nota más alta la ha puesto Inglaterra, cuyas mayores ligas, la Premier y la Championship, muestran a sus clubes inflexibles en prohibir la cesión de sus jugadores sudamericanos. A los chilenos nos perjudica con las ausencias de Brereton y Sierralta.
¿Fue un error la programación de la fecha triple clasificatoria? No fue feliz, sin duda, aunque nada ha sido muy afortunado en materia de programaciones en el planeta en las circunstancias sanitarias que se viven. Esas circunstancias debieron ser sopesadas por esos poderosos clubes. Decidieron, en cambio, imponer la ley del más fuerte, como buenos talibanes en que se están convirtiendo.
Brereton y Sierralta pagan todas las posibles culpas con su crucifixión en redes sociales. No se escatiman insultos contra ellos en Chile. ¿Que pudieron negociar con sus clubes, como parecen haber hecho los seleccionados argentinos, que vendrían por dos de los tres partidos? No sé de nadie que se los haya sugerido. ¿Que podrían haberse venido de todos modos, desafiando a la cesantía o penas mayores? Ignoro cuántos de los insultantes lo harían.
Aquí hay una sola culpa, la de los clubes ingleses, incapaces de sacrificar la presencia de algunos jugadores a cambio de favorecer sus relaciones con ligas menos poderosas o francamente pobres y de mostrar alguna solidaridad en un mundo que la requiere con urgencia.
Una desilusión para quienes admiramos a los bravos ingleses de la Segunda Guerra y de tantos episodios mundiales. A los de las ligas, no.