Todos envejecemos. Roman Polanski, el chico malo de los años setenta, el director brillante que llegó desde Europa del Este a integrarse a la movida que revolucionaba Hollywood a fines de los años 60; el que estuvo plenamente a la altura de las expectativas al filmar “El bebé de Rosemary” (1968) y especialmente “Chinatown” (1974); el que vio cómo su mujer, embarazada, junto con cuatro amigos, fue víctima de un asesinato horroroso perpetrado por la familia Mason en 1969; el que después se entregó a las drogas, el sexo y rock and roll, según él mismo cuenta en unas memorias tempranas, donde se describe como un seductor incansable (“Roman por Polanski”, 1985); el que en 1977 fue arrestado en Los Angeles por drogar y violar a una menor de 13 años, juicio en que se declaró, en parte, culpable a cambio de una pena sin prisión, pero donde el juez, más tarde, decidió no respetar el acuerdo, ante lo cual Polanski arrancó a Europa, desde donde casi nunca más volvió a salir. Ese mismo director que filmó luego películas brillantes, tensas y sensuales como “Tess” (1978), “Búsqueda frenética” (1988) y “Perversa luna de hiel” (1992), y otras más convencionales como “El pianista” (2002), en fin, Polanski también ha tenido que rendirse al tiempo. Hoy tiene 88 años y hace apenas dos presentó en Venecia “J'Acusse” (2019), recién estrenada oficialmente en Chile, una película solemne, algo sombría, cuidadosamente filmada, sujeta a lecturas diversas.
Como quizás se adivina por su título, “J'Acusse” da cuenta del escandaloso caso Dreyfus, que le permitió, o más bien motivó a Emile Zola a escribir aquel mítico texto –publicado en la portada de La Aurora el 13 de enero de 1898– en el que acusa a altos generales de la República de Francia de ocultar pruebas que podrían liberar al capitán Alfred Dreyfus de la condena debido a alta traición, con el objetivo de proteger al ejército y a sí mismos. En la cinta, sin embargo, Zola (André Marcon) es un personaje secundario. El relato está centrado en Georges Picquart (Jean Dujardin), coronel que, debido a responsabilidades que toma, termina por descubrir que el capitán Dreyfus (Louis Garrel) no es el informador de los alemanes, sino el comandante Esterhazy (Laurent Natrella). Sin embargo, al comunicar el descubrimiento a sus superiores, estos le piden enterrar la información y deciden mantener a Dreyfus en la cárcel y asignar a Picquart a los márgenes para sacarlo de escena.
El caso Dreyfus tiene al menos una veintena de antecedentes cinematográficos, incluida un serie de cortos de George Melies de 1899, cuando el escándalo estaba en pleno desarrollo. Polanski lo filma severamente, en colores metálicos y ocre, con un inicio imponente de la Escuela Militar de París donde Dreyfus es degradado públicamente. Picquart, profesional, severo, parco y antisemita –tal como buena parte de la opinión pública de entonces– es, sin embargo, un hombre con conciencia, y parece ser ella la protagonista de la cinta. Si bien la película es extremadamente directa, funcional e incluso académica en sus recursos expresivos –solo las elipsis parecen más agresivas, pero todo el resto siempre se mantiene en su lugar– Polanski mantiene el pulso narrativo que caracteriza su cine. Se trata de una versión reservada y contenida del director, totalmente liberada de las tensiones sexuales o neuróticas de su juventud, que a la vez se siente muy comprometida con lo que está narrando. Por una parte, remarca el ferviente antisemitismo en torno el caso Dreyfus, como un asunto, por entonces, perfectamente naturalizado en Europa. Por otra parte, la cinta es un homenaje sombrío a la segunda patria de Polanksi, Francia, que tiene aquí uno de sus momentos más oscuros y corruptos, pero donde, al mismo tiempo, se releva una integridad cívica que los franceses aún pueden sentir como compás moral. Una tercera lectura, inevitable, es ver la cinta como un comentario de Polanski sobre su propio juicio de 1977, donde, si bien él ha reconocido su responsabilidad, el sistema judicial estuvo lejos comportarse de manera imparcial, con consecuencias que el director aún experimenta.
J' Acusse
Dirigida por Roman Polanski.
Con Jean Dujardin, Louis Garrel y Emmanuelle Seigner
Francia e Italia, 2020
132 minutos
En cines.