No sé si soy el único que lo piensa, pero creo que Martín Lasarte es el técnico al que el fútbol chileno debe mirar más allá de un torneo concreto. Nosotros siempre estamos pensando en “el entrenador para la Copa América” o “para las clasificatorias” o para lo que tengamos cerca en el calendario. Rara vez estamos pensando en “el entrenador para la selección”.
Parece lo mismo, pero no lo es. El técnico para tal o cual campeonato tiene mucho de adivinatorio, de mágico: nos tinca que tiene algún don especial que permitirá sacar lo mejor de lo nuestro en un momento que siempre es una emergencia. El técnico para la selección, en cambio, es un entrenador que nos conoce muy bien a todos (por de pronto a los jugadores y también a la dirigencia, al público y a la crítica) y sabe, en consecuencia, los efectos de cada una de sus acciones. Actúa, por lo tanto, con sentido de equilibrio, de acuerdo, con don de capitán que conoce a su tripulación o comandante que sabe bien cómo son sus soldados. Que tiene, en definitiva, ese buen sentido al que llaman “común” sin que sea ni siquiera muy compartido.
En otras palabras, veo a Lasarte más allá de Qatar. O sobre Qatar, vayamos o no a la ronda final. ¿Iremos? Se ve difícil y esta fecha triple que ya se nos viene encima es un anuncio de lo pedregoso del camino. Podemos llegar o podemos quedarnos en casa. Cualquier cosa. Y debemos ser capaces, alguna vez, de mirar nuestros procesos más allá de cada suceso. Solo en el Mundial del 62, y gracias a las características inigualables de ese capítulo, pudimos ver al plantel seleccionado como un todo con su cuerpo técnico.
Ahora, ya con la nómina en la mano para los compromisos contra Brasil, Ecuador y Colombia, surge una conformidad ambiental que pocas veces se ve entre nosotros. No hay discusión sobre los elegidos del entrenador uruguayo y se celebra, en cambio, su buen sentido, su criterio y su pragmatismo para hacer la elección. Naturalmente, ese buen ambiente puede ser soplado como una hoja por los vientos de la desilusión de una afición que se ilusiona con nada y con todo.
Personalmente me alegra el retorno de Luis Jiménez, un “Mago” que le habría venido muy bien a la Roja en algunos pasajes de la Copa América. Produce entusiasmo la nominación de Iván Morales, que retorna a la Roja mayor tras su estreno de hace dos años, con carrera completa en las menores y ahora consolidado en Colo Colo. Llama la atención la llegada de Robbie Robinson, otro hijo de chilena que viene hablando inglés y nos hace pensar en Ben Brereton, que también está.
En fin, estamos tranquilos. Sigamos así.