Mauricio Castro fue un zaguero central de Audax Italiano en la década de los 80. Era bravo y firme en esos años en que la “gamba” se metía sin asco. Hablamos de los tiempos en que los itálicos tenían su sede en la calle Lira y en el fútbol chileno se jugaban reuniones dobles. “Mauro” era compañero de un puntero izquierdo veloz, con gambeta, que usaba tobilleras blancas. Se llamaba Hernán Castro y murió esta semana.
El “Indio” tenía gol. Sus 68 anotaciones en todas las competencias locales, de acuerdo con el registro del periodista Luis Reyes, hablan de un atacante que no solo llegaba por fuera y levantaba centros a la carrera. En la cancha poseía un genio jodido. Visitaba de manera permanente el viejo Tribunal de Penalidades en la sede de la Asociación Central de Fútbol en Erasmo Escala y Cienfuegos.
Un domingo de 1986, en una derrota ante Universidad Católica en Santa Laura, a mediodía, Hernán Silva lo expulsó. Un reportero radial se acercó a preguntarle el motivo. “No le dije nada. Cobra algo, caradura, pero nada más”, fue su respuesta —casi inocente— en una campaña que llevó a los verdes a la Segunda División.
En su velorio, Marcelo Zunino recordaba una anécdota de un golazo ante Universidad de Chile. Después de eludir a varios rivales, Castro optó por un festejo muy particular: mientras sus compañeros le decían que corriera para celebrar, retrocedió con el mismo recorrido del gol. Por momentos se detenía y hacía el gesto de limpiar con virutilla el piso. Fue ahí cuando le preguntaron qué hacía: “Es que estoy borrando el camino para que no me copien el gol”.
El alcohol y las drogas lo acompañaron en su carrera. Estuvo en el Morelia de México, cuando ir a la liga azteca hacía una diferencia grande en la vida de los futbolistas locales, pero no aprovechó la oportunidad.
Se fue a los 60 años y su amigo “Mauro” Castro se encargó de avisar en las redes sociales y en las redacciones que el “Indio” partió. Su drama sirvió para que varios de los antiguos futbolistas del Audax formaran la corporación “Tanos de Todos los Tiempos”. En rigor, fue la fachada para juntarse y ayudar al camarada en desgracia, que nunca entendió de qué se trataba el fútbol profesional, a pesar de sus enormes condiciones. Ellos lo rescataron cuando el rumor en los pasillos de los estadios y en el Café Haití era que el “Indio” estaba botado.
Sabían quién era y jamás quisieron cambiarlo; era imposible. Ayer, mientras lo despedían en el Parque del Recuerdo Padre Hurtado de Peñaflor, Arad Anabalón, Mauricio Castro, Guillermo Maureira, Sandrino Castec, Marcelo Zunino, Rodrigo Pérez, Danilo Vilches, Alfredo “Rulo” Rivero y Zenén Palavicino, todos exjugadores itálicos, sintieron que su trabajo sirvió para dar una vida más digna a Hernán Castro en sus últimos cinco años. No olvidaron a Luis Plaza, exalcalde de Cerro Navia, tampoco a su sucesor, Mauro Tamayo, quienes entregaron una pieza en el gimnasio municipal al también jugador de Wanderers, La Calera y San Felipe.