En el retorno de su público al estadio, la Universidad de Chile terminó con la racha positiva que había encendido la ilusión al caer frente a Cobresal. Repitiendo viejos vicios, reiterando la ineficiencia, sufriendo la dependencia de Joaquín Larrivey.
Durante la semana, cuando se debatía la continuidad de Esteban Valencia en la banca, quedó absolutamente claro que nadie del club había hablado con el entrenador en búsqueda de refuerzos para la segunda rueda. Y que la comunicación entre los actuales directivos y el entrenador era nula, abriendo dudas sobre el pensamiento de la institución sobre el futuro.
Luis Roggiero debería hacerse cargo en septiembre de la gerencia técnica del club y es probable que se espere su llegada para comenzar a trazar líneas sobre la conducción técnica y las contrataciones, pero es evidente que el interinato ha provocado mermas en el rendimiento y la confianza de los jugadores. Nadie pide apresuramientos ni medidas aceleradas —porque de eso los azules tienen demasiado en los últimos años—, pero sí una voz clara que otorgue tranquilidad a una hinchada que ha vivido de sobresaltos permanentes.
Sartor, la firma que tomó control momentáneo de Azul Azul, vivió una semana complicada en el mercado financiero, lo que seguramente ha motivado que no estén todos los esfuerzos puestos en los destinos del club, pero ya es hora de asumir que no es posible seguir avanzando a ciegas por las suspicacias que genera en el ambiente. El jueves pasado el mismo Pablo Milad, presidente de la ANFP, reconocía desconocer a los verdaderos propietarios, lo que es absurdamente inusual para los tiempos que corren.
Así como Colo Colo se estabilizó deportivamente una vez que la situación directiva volvió a la normalidad —luego que el club estuvo en liquidación en marzo pasado, con las acciones colocadas al mejor postor—, es imprescindible que en el territorio azul se recompongan las formas eligiendo un camino que le permita operar al mismo Roggiero con la certeza de tener definido un rumbo.
Mientras tanto en Valparaíso, Reinaldo Sánchez volvió al fútbol comprando las acciones de un agónico Wanderers, otra institución que había quedado a la deriva empresarial. La lógica es que asuma que este año será para sentar las bases de un equipo que debiera armarse desde el Ascenso para recuperar su dignidad, dañada en una aventura descriteriada desde su origen.
Desde la Asociación se insiste en que preparan reformas para un mapeo transparente del fútbol chileno a partir de sus propietarios, y que hasta ahora no han encontrado “irregularidades”, lo que no deja de ser extraño si no conocen la identidad de uno de los principales y más nuevos inversores de la actividad. Habrá que seguir sospechando nomás.