La innovación consiste en visualizar una demanda que aún no existe, imaginar un producto que la satisfaga y luego juntar o crear los componentes para hacerlo realidad. Juntar los componentes implica formar grupos de personas con los conocimientos y las habilidades necesarias para combinar tecnologías que ya existen con las que deben inventarse, y luego contratar otras personas con conocimientos y habilidades necesarias para financiar, desarrollar prototipos, fabricar el producto e introducirlo en el mercado.

La propiedad intelectual es central en este entramado. Una vez protegido de la copia, el innovador puede decidir qué revelar, facilitándose el intercambio, la especialización y la trama de contratos indispensables para que la innovación cree valor en el mercado. Sin propiedad intelectual, la innovación tiende a concentrarse en grandes empresas capaces de proteger la propiedad intelectual mediante el secreto y las economías de escala.

La propiedad intelectual en forma de patentes, secretos industriales o derechos de autor es, por tanto, un aliado de las universidades. En efecto, las universidades son lugares privilegiados para concebir innovaciones, pero no para desarrollarlas y llevarlas a mercado. Por eso, para ser motores de innovación necesitan vincularse contractualmente con quienes están en los mercados y pueden transformar ideas en productos que crean valor.

En los países con décadas de experiencia, muchas universidades tienen oficinas de transferencia y licenciamiento independientes, compuestas por individuos que saben comercializar innovaciones y tienen experiencia práctica en sus labores específicas, sea en lo legal, en propiedad intelectual, negociaciones o finanzas. La investigación académica y la administración universitaria son complementarias, pero inadecuadas por sí solas para esta tarea de comercialización. Las oficinas de transferencia y licenciamiento ayudan a los académicos a transformar conocimiento e innovación en propiedad intelectual con valor de mercado, implementando una estrategia de comercialización de la propiedad intelectual para cada innovación.

Universidades y empresas se relacionan de varias formas. A veces las empresas quieren solucionar problemas concretos y contratan investigación y desarrollo. También, la oficina de transferencia licencia la propiedad intelectual que ya está disponible. Y otras veces vincula a los académicos con inversionistas y el ecosistema necesario para desarrollar el potencial comercial de la innovación. Esta vinculación se materializa a través de acuerdos que definen los términos comerciales y de responsabilidad, montos y plazos y que regulan el uso de la propiedad intelectual. No es infrecuente que la oficina de transferencia apoye, acompañe y conduzca a una empresa originada en innovaciones de académicos desde su origen, durante todas sus etapas y hasta que madura.

Las universidades chilenas deberían promover la creación de propiedad intelectual y la finalidad debería ser crear valor económico y beneficios para la sociedad. Eso implica crear activos protegidos por la propiedad intelectual, pero también acceso a mercados y a los componentes complementarios. En último término, las universidades deberían incorporar a la propiedad intelectual como una fuente de ingresos y de incentivos financieros para los académicos que la crean. En la actualidad, la propiedad intelectual recibe cierta atención y las universidades patentan. Sin embargo, aún no existe un vínculo expedito entre el académico que innova y el ecosistema necesario para que se genere un producto valioso en el mercado.

Chile y sus universidades no pueden aspirar a crear propiedad intelectual valiosa en cualquier área. Lo limita la disponibilidad de capital humano y de áreas de investigación, y la escala comparativamente pequeña de nuestras universidades. Con todo, en las universidades chilenas hay muchos académicos que tienen el capital humano para innovar, y pueden aspirar a crear propiedad intelectual valiosa en nichos específicos del mercado mundial. Lo que necesitan son vínculos que faciliten el acceso a mercados y mecanismos de incentivo dentro de las universidades que premien a quienes creen propiedad intelectual valiosa.

Rubén Flores-Saaib
Presidente Consejo de Innovación de San Diego

Alexander Galetovic
Senior fellow UAI

Cedric Little
Profesor Facultad de Ingeniería y Ciencias, UAI