La semana pasada realicé el contacto y a los días recibí la respuesta de Slavoj Zizek, el polémico intelectual esloveno: sería una conversación por Zoom, que ahora transcribo. Tengo las imágenes.
—Gracias, señor Zizek.
—Quería conocer un chileno. Tenía curiosidad.
—Encantado, dígame: ¿usted es de los Zizek de Marburgo?
—¿Conoce esa parte de Eslovenia?
—Es muy parecida a Lolol.
—Mi familia tenía una casa pegada al río Drava.
—Igual al estero Los Coipos.
—Interesante.
—Hay mucho de europeo en Chile, como verá.
—Creo que no. Europa practica la tolerancia, ustedes la intolerancia y el racismo. Por eso quería conocer a uno.
—Está en un profundo error. Qué mejor prueba que el estupor que causó lo de la Negrita y su cambio de nombre. ¿A pito de qué? Cero racismo en todo ese asunto.
—No sé a qué se refiere.
—Al insólito caso de la galleta bañada en chocolate.
—Prefiero remontarme a 1810 y al primer plan de gobierno, cito: “Prohibir la introducción de negros para quedarse en Chile, y desnaturalizar de todos modos las castas. Hombres que tienen la infamia vinculada a su color”.
—¿De dónde salió eso?
—Juan Egaña a la Junta de Gobierno. Egaña estuvo entre los fundadores del Instituto Nacional. Ustedes aprendieron historia con Encina, Barros Arana y Lastarria, que remarcaron la idea de que en Chile los negros eran pocos y casi no existieron. Según Encina, el clima les hizo mal y los diezmó. Eso les enseñaron ¿o no?
—Tuve un Egaña en el curso, Egañita, no creo que sea pariente. Era otra época. Vamos a la Negrita ¿Qué tiranía de lo correcto es esa? Por favor.
—No sé de qué habla, son cosas que le preocupan a Lolol y no salen de Lolol.
—A Lolol y a todo Chile.
—A eso me refiero.
—Nos horrorizó la transformación de Negrita en Chokita, porque nos arrebatan nuestra idiosincrasia y cultura.
—¿Ustedes tratan a la gente de Negritos y Negros?
—Se lo explico. Al blanco chileno, en ocasiones, por cariño lo llamamos Negro, y cuando el afecto es superlativo, Negrito o Negrita. No hay nada racial. Es absolutamente normal.
—¿Blanco al Blanco?
—Creo que era un programa político bien aburrido.
—¿También Blanquito y Blanquita?
—Mi prima la Blanquita, por ejemplo.
—¿Le pregunto algo personal?
—Adelante.
—¿Es afrodescendiente?
—En absoluto, para nada, ¿por qué lo pregunta?
—Por el color, medio oscurito.
—Mire bien, hágame el favor.
—Entre retinto y endrino.
—¿Qué le pasa?
—Abetunado azuloso, sin duda.
—¿No tendrá el Zoom en blanco y negro?
—No, Negro.
—¿Perdón?
—No, Negrito.
—¡No sea confianzudo!
—Tranquilo, Negro.
—¡Aprende a tratar a la gente! Cómo se nota que Eslovenia no es la auténtica Europa. Le seguiré diciendo Negrita a la Negrita. ¿No sé si eso le parece racista?
—No sé de qué hablas, Negrito.
—¡Payaso, fantoche, charlatán!
—Por fin conocí a un chileno.
(Fin del Zoom)