Pocas veces ha quedado tan clara la importancia de contar con un goleador que tras el clásico de Rancagua. No solo por la extraordinaria actuación de Joaquín Larrivey, sino porque gran parte de la potencia ofensiva de la Universidad Católica descansó en lo que pudiera hacer Fernando Zampedri. Cuando las opciones son escasas y el arco se aleja, la presencia de un artillero tradicional se agradece.
La ventaja para los azules es que aún sin mostrar solvencia en la gestación del juego —Cañete está muy lejos de su nivel— fue siempre más directa en la búsqueda del área. La línea evolutiva que muestra el equipo con Esteban Valencia marca con más énfasis la utilización de las bandas y premia a los audaces. Fue clave el ingreso de Nahuel Luján en los últimos minutos para evitar encerrarse en zona propia ante la presión rival. No por nada Larrivey había estado a punto de marcar en la jugada previa al gol del triunfo, aquella del comentado penal de Huerta.
La Universidad Católica sigue, por el contrario, en declive. Desde hace mucho tiempo no perdía dos pleitos seguidos en el torneo, pero la suma de malos resultados tras el receso pone un antecedente numérico en el debate donde Poyet sale dañado. Su escuadra no solo parece frágil donde antes daba cátedra, sino que ya no tiene ni capacidad para reaccionar adecuadamente. El nerviosismo que transmite la banca —padre e hijo a ratos se tornan insoportables— lleva el foco a nimiedades y detalles que se gritan, se reclaman y se magnifican, en circunstancias de que la falla y el problema están en las grandes decisiones.
En la conformación del equipo, en los cambios y, sobre todo, en la búsqueda vana de Zampedri que, presa de su propia desesperación, lleva el juego hasta una encrucijada. El clásico pudo y debió definirlo Marcelino Núñez cuando llegó solo por la derecha, pero terminó escapándoseles a los cruzados en el infortunio de una jugada muy justa en el lanzamiento de esquina.
Así como es impensable que la UC decida finiquitar a Poyet (porque significaría renunciar a todas sus convicciones recientes), la decisión de la U sobre Esteban Valencia es compleja. No solo ha sumado puntos y ganó un clásico, sino que parece haberle bajado presión al plantel. Si la idea sigue siendo ser protagonistas, mejor cambien el libreto, porque la U que propone el “Huevito” es de overol y sacrificio, de partidos apretados, de triunfos trabajados. Pero como en esa institución no se puede saber lo que quieren, lo mejor será mantener el statu quo hasta que los dueños digan lo contrario.
Un detalle del clásico. Roberto Tobar desestimó cuatro llamados del VAR, lo que para el fútbol nuestro es una salvajada. Mantuvo su decisión sin alterarse, pero revisando, aun sobre el final del partido y cuando para otros cualquier mano debe cobrarse. Para tenerlo en cuenta cuando la gran solución a los severos problemas del referato nacional… es traer jueces brasileños.