Señor Director:

La renuncia de tres altos oficiales de Gendarmería a raíz de la reciente fuga de reos desde un establecimiento penitenciario, además de injusta e inconsecuente, es un verdadero chivo expiatorio con el que se pretende ocultar una verdad evidente, cual es la ineficiencia del Estado en sus políticas de rehabilitación y reinserción social de los internos, que a la postre redunda en un círculo vicioso que solo incrementa las tasas de criminalidad de nuestro país.

Sería demasiado lato explayarme en la deficiente calidad de los establecimientos penitenciarios, las condiciones paupérrimas de trabajo de Gendarmería, la falta de acciones concretas y eficientes para rehabilitar a los internos, especialmente a los primerizos, falta de tipicidad penal efectiva para el quebrantamiento de condenas, la impunidad de las organizaciones criminales intrapenitenciarias y la falta de protección legal y física a los custodios, etcétera.

La directora regional, coronel doña Sandra Toledo Valenzuela, fue la primera mujer en ocupar ese cargo, y el actual Gobierno con bombos y platillos homenajeó su designación, y hoy con menosprecio pretende con su salida desviar la atención. Empero, cabe señalar que su designación como tal fue el fruto de una brillante carrera profesional y que quedó de manifiesto en su paso por el Centro Penitenciario Femenino de Temuco, en su trabajo directo con las internas. Hoy se acoge a retiro, con un sabor amargo, pero con la recompensa de poder compartir con su familia, a la que muchas veces postergó por el servicio público.

José Alfredo Molina García
Ingeniero civil industrial