A ocho años de que los atentados incendiarios contra camiones en las rutas y predios agrícolas de la denominada “zona roja” de la violencia, en el sur del país, se ampliaran a las faenas forestales, afectando tanto a las empresas contratistas como a sus trabajadores y maquinarias, la escalada de ataques contra ese sector productivo pasó de promediar un episodio cada 75 días (dos meses y medio) en 2014, a uno cada cuatro días en lo que va de 2021. Esta temporada acumulan 49 acciones de esta naturaleza, con un registro de siete al mes, sin que todavía concluya julio.

Según la Asociación de Contratistas Forestales (Acoforag), “este ha sido el año más violento” y en los primeros siete meses del año se ha producido un 17,1% de todos los ataques registrados por el gremio (286), con 198 maquinarias y transportes quemados, distribuidos en 24 comunas de cuatro regiones del sur del país. La Araucanía concentra 30 de los casos; Biobío, 14; Los Ríos, 3, y Los Lagos, 2.

Además, la agrupación catastra que en el actual período, tanto entre sus asociados como en las empresas no afiliadas, las pérdidas bordean los $25 mil millones, lo que constituye un 21% de los $118 mil millones de mermas que, aseguran, han ocasionado las acciones de violencia en ocho temporadas.

El gerente de la Acoforag, René Muñoz, también advierte que a partir de este año los ataques han sido “especialmente violentos en contra de los trabajadores”. Según sus estadísticas, son casi 80 los operarios “que han sufrido golpes e impactos de perdigones”, 10 de los cuales resultaron lesionados el viernes pasado, en una seguidilla de tres atentados contra faenas en Curanilahue, en la Provincia de Arauco, al sur de Biobío.

Uno de los trabajadores afectados en esa jornada y que pidió reserva de su identidad para dar su testimonio a “El Mercurio”, relató que “los encapuchados llegaron, como a las 8:20 horas, en una camioneta roja robada, y de inmediato nos encañonaron”. Agregó que “nos golpearon y lo pasamos mal y fue algo terrible para nuestras familias, que se informaron rápidamente por las redes sociales”.

Reconoció que “como esto ocurrió recién, no se puede decir que lo tengamos superado, pero hay que seguir trabajando para llevar el sustento a la casa”.

René Muñoz recalcó que el ataque “más grave contra la vida e integridad física” que ha sufrido un trabajador forestal es el disparo por la espalda y con salida de proyectil único que sufrió Ceferino González (65), durante el atentado a una faena en Carahue, en el sector costero de La Araucanía, el 9 de julio. En esa acción murió el miembro de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) Pablo Marchant. Su organización lo reivindicó como participante en el enfrentamiento con carabineros que custodiaban el predio.

Sobre la salud de Ceferino González, el representante gremial advierte que si bien “él está fuera de riesgo vital, y ha ido evolucionado favorablemente, su recuperación será lenta, tanto por su edad como por el daño que sufrió en varios órganos”.

Seguidilla de ataques

Frente a la seguidilla de atentados ocurridos en una misma comuna, en menos de 24 horas, como sucedió el domingo 18 en Cerro Negro, en la Región de Los Lagos, y el viernes 23 en Curanilahue, en Biobío, Muñoz sostuvo que “si el Estado no desarrolla sistemas de inteligencia para prevenir estos atentados, la verdad es que se genera un amplio espacio para que los grupos terroristas se jacten de tener una mayor eficiencia y capacidad logística para cometer varios ataques a la vez”. De esta manera, prosiguió Muñoz, “los terroristas hacen gala de todo su poderío, de su capacidad de fuego y de la impunidad con la que se movilizan por cuatro regiones”.