El lunes, tras las primarias, diversos actores sociales, gremiales y empresariales señalaban que en Chile había ganado la moderación. En ese juicio primó, creo, cierta necesidad de respirar aliviado. Y es que el candidato del Partido Comunista (PC) había quedado fuera de carrera y, con ello, sus ideas contrarias a la libertad. La izquierda no democrática —concepto que a menudo se usa para describir al PC y al resto de la izquierda extrema (como si fuera de lo más normal que actores “no democráticos” participen de la fiesta de la democracia)— quedó fuera de juego.
¿Es cierto aquello? ¿Quedó realmente fuera del tablero? No. En lo absoluto. De ahí que sorprenda que sea la “moderación” el calificativo utilizado para describir lo que ocurrió el domingo pasado por el flanco de la extrema izquierda. Al perder Jadue, el PC pasó a un plano menos visible, pero no por ello menos presente. No es cierto que las propuestas del PC se hayan desvanecido con el triunfo de Boric. Lo único que es evidente es que el candidato del PC quedó fuera de la pista central de la carrera por el sillón presidencial, pero su partido y sus ideas, tanto para las presidenciales como para las parlamentarias, le respiran en la nuca a Gabriel Boric, tal y como lo hizo Fernando Atria el domingo en el comando, luego de una semana en que validó la violencia como medio para la consecución de fines políticos. El Frente Amplio gobernará con el PC, pues eso es Apruebo Dignidad. La Lista del Pueblo, que no formará parte de ese gobierno —al menos no formalmente—, se encargará de tensionarlo aún más hacia el extremo y la coalición gobernante vivirá en una permanente disyuntiva entre gobernar y marchar y movilizarse.
Considerando que en la Convención Constitucional reina la izquierda extrema y que en el futuro Congreso podría debilitarse la posición de Chile Vamos y la de la centroizquierda, un gobierno de la izquierda extrema, como lo sería el de Boric, configuraría un escenario en el que la izquierda radical controlaría todas las esferas de poder y así el devenir, sin matices, de las políticas públicas. Ello, además, en un contexto en que todas estas instancias, incluido el presidenciable, coquetean con la violencia y la romantizan. Nuevamente, me cuesta entender que se hable de moderación.
Resulta, además, curioso hablar de que en estas primarias —por el lado de la izquierda— primó la moderación, cuando lo que concebimos como izquierda moderada, o al menos de centro y democrática, no participó. Es cierto que alguna parte de esa izquierda, tanto en el Parlamento como en la Convención Constitucional, hoy no aparece distinguible del Frente Amplio y del PC, pero permítame la categorización para efectos de explicar el punto. Dado que la “centro” izquierda no logró salir del punto de partida, los actores que quedaron en carrera en la primaria, por la izquierda, no eran ni son de centro. Forman parte de la izquierda extrema. Y esa conceptualización, conforme entiendo, al Frente Amplio le satisface. Hasta el lunes pasado, al menos, yo diría que ellos no tenían interés alguno en que se les tildara de centroizquierda y menos que se les confundiera con la ex-Concertación. Me atrevo a decir, a partir de cuestiones que ellos mismos han señalado, que desprecian a quienes formaron parte de esos gobiernos de centroizquierda. Una y mil veces han salido a criticar, con ánimo refundacional, las políticas públicas adoptadas por esos gobiernos. De la izquierda de centro, el Frente Amplio —Gabriel Boric, Giorgio Jackson— y sus compañeros del PC, Camila Vallejo y Carol Kariola y otros, han buscado siempre desmarcarse siempre, como hijos que se rebelan ante el padre.
Finalmente, una mirada rápida al programa de gobierno de Gabriel Boric tampoco nos da luces de la moderación de la que hablaron muchos esta semana. En ese programa, el Estado tiene un rol estratégico y creciente, lo que queda demostrado por la dirección desde arriba que se pretende en distintas esferas, incluida la económica. En ese programa el gasto público crece bastante y se propone, para financiarlo, una reforma tributaria que busca recaudar entre 8 y 8,5 puntos del PIB (Jadue nos hablaba de 10 puntos, no está tan lejos) con medidas que difícilmente tendrán ese impacto en la recaudación, pero sí en la actividad. Las propuestas en materia laboral no nos hablan de un candidato moderado con ideas frescas, sino de un candidato joven con muchas ideas viejas. Es cierto que Boric es una figura política atractiva y que representa una renovación generacional, pero eso no lo convierte en moderado, ni su juventud implica que se hará cargo con una mirada fresca y moderna de los desafíos del futuro que ya nos tocan la puerta.