Tengo miedo. Lo digo de frente. Siento miedo por mí, primero, y también por Violeta Parra y por el “negro” Piñera.
No poder decirle “negro” al “negro Piñera” es como cortarle el cabello a Sansón, es extirparle su principal atributo.
Violeta Parra dio la vuelta al mundo con su “Casamiento de Negros”, que proclamaba la fatalidad de ese color.
Y mi apellido es Black. ¿Tendré que cambiármelo?
Cristian Dior decía que no había nada más elegante que el negro. “Si no sabes qué color tomar, toma el negro”, recomendaba Picasso. “Llevo 40 años descubriendo que la reina de todos los colores era el negro”, planteaba Renoir. “Puedes tener cualquier color, siempre que sea negro”, sentenciaba, más enfáticamente, Henry Ford.
Pero aquí en Chile, en un par de días, fulminamos la negrura de la galleta “Negrita”, que seguirá siendo tan oscura como el chocolate que tranquilo la baña, solo que ahora pasará a llamarse “Chokita”.
“Se ha formado un casamiento, todo cubierto de choko, chokos novios y padrinos, chokos cuñados y suegros, y el cura que los casó, era de los mismos chokos”. Así tendremos que cantar a partir de ahora la inolvidable tonada de Violeta. Terrible, es como acuchillar una obra de arte.
Qué difícil ser optimista en una semana como esta. Quedé tan impactado con el asunto ese de la “Negrita” que mi mente eliminó automáticamente la palabra y ya soy incapaz de pronunciarla, leerla o incluso pensarla.
Como que de pronto me fui a choko. Como si me hubiese caído un maleficio, como si se me hubiese cruzado en el camino un gato choko.
Se aparecieron en mi mente todas las figuras verbales que deberán cambiar a futuro y me abrumé. ¡Imagínense decirle “patas chokas” al “patas negras”! O “Blanco y Choko” a la sociedad dueña de Colo Colo. O comer arroz con porotos chokos o tener que comprar medio metro de encaje choko.
¿Y yo, por culpa de mi apellido, también habré caído en la lista choka? ¿Si “Black” proviene del inglés, también tendrá que ser metamorfoseado? ¿Cómo quedaría “Black”, respetando su origen anglo? ¿Joe “Schok” tendrá que ser a partir de ahora?
¿Y si no lo hago, qué? ¿Cuál será el castigo por seguir diciéndole “Negrita” a la “Negrita”, o por llamar “negro” al “negro Piñera”, o por referirse a la tonada de Violeta como el “Casamiento de Negros” en vez del “Casamiento de Chokos”?
Nunca logré entender por qué habían quemado el Museo de Violeta Parra en el contexto de las protestas en la Plaza Italia. No me cabía en la cabeza que atentaran contra la herencia de Violeta Parra, una mujer chilena sencilla, talentosa, con fuerte conciencia y compromiso social, identificada con ideas de izquierda. ¿Por qué incinerar su legado?
Me dio terror pensar que la “Negrita”, el “Casamiento de Negros”, el fuego, la censura y la nueva inquisición sean parte de un mismo algoritmo.
De terror.
Pero igual, como está de moda la rebeldía, ustedes pueden seguir llamándome Black, Joe Black.