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Lunes 12 de julio de 2021
“Magnicidio y tragedias en Haití”
Señor Director:
El editorial “Magnicidio y tragedias en Haití” (10 de julio) sobre la crisis en ese país, que culminó en el asesinato del Presidente Jovenel Moïse, no hace justicia a sus raíces. Tampoco lo hace al papel de la cooperación internacional en años recientes en la patria de Toussaint L'Ouverture y Jean-Jacques Dessalines, ni al muy digno rol que Chile jugó en la misión de estabilización de la ONU, Minustah (2004-2017). Este fue el producto de una política exterior de Estado, y de una estrecha coordinación entre Cancillería y Ministerio de Defensa Nacional a lo largo de cuatro gobiernos de distinto signo.
En marzo de 2004, Chile fue el único país latinoamericano en responder al llamado de la ONU a colaborar en enfrentar otra difícil situación en Haití, desplegando con medios aéreos propios 120 efectivos en Puerto Príncipe en 72 horas. Después, Minustah sería dirigida por dos excancilleres chilenos, Juan Gabriel Valdés y Mariano Fernández, y efectivos de las Fuerzas Armadas, Carabineros y PDI de Chile harían un valioso aporte a la primera OPAZ, integrada por una mayoría de tropas latinoamericanas.
Entre 2006 y 2010, el gobierno del Presidente René Preval dio lugar a los años más estables de Haití en la historia reciente, trágicamente interrumpidos por el terremoto de enero de 2010. Ello fue seguido por una sucesión de desastres naturales adicionales en la última década.
La situación actual en Haití es caótica, con al menos cuatro dirigentes atribuyéndose la condición de sucesores del Presidente Moïse, sin la existencia de un registro electoral validado, ni un Consejo Electoral imparcial. En estas condiciones, ningún observador serio considera viable realizar elecciones en septiembre. La noción de que el país más pobre de las Américas, con un 60% de la población bajo la línea de pobreza, deba ser abandonado a su suerte, no resiste análisis. La ONU debe tomar cartas en el asunto y Chile debe retomar el papel de liderazgo que ha jugado en el tema.
Jorge Heine
Profesor de Relaciones Internacionales
Universidad de Boston
El editorial “Magnicidio y tragedias en Haití” (10 de julio) sobre la crisis en ese país, que culminó en el asesinato del Presidente Jovenel Moïse, no hace justicia a sus raíces. Tampoco lo hace al papel de la cooperación internacional en años recientes en la patria de Toussaint L'Ouverture y Jean-Jacques Dessalines, ni al muy digno rol que Chile jugó en la misión de estabilización de la ONU, Minustah (2004-2017). Este fue el producto de una política exterior de Estado, y de una estrecha coordinación entre Cancillería y Ministerio de Defensa Nacional a lo largo de cuatro gobiernos de distinto signo.
En marzo de 2004, Chile fue el único país latinoamericano en responder al llamado de la ONU a colaborar en enfrentar otra difícil situación en Haití, desplegando con medios aéreos propios 120 efectivos en Puerto Príncipe en 72 horas. Después, Minustah sería dirigida por dos excancilleres chilenos, Juan Gabriel Valdés y Mariano Fernández, y efectivos de las Fuerzas Armadas, Carabineros y PDI de Chile harían un valioso aporte a la primera OPAZ, integrada por una mayoría de tropas latinoamericanas.
Entre 2006 y 2010, el gobierno del Presidente René Preval dio lugar a los años más estables de Haití en la historia reciente, trágicamente interrumpidos por el terremoto de enero de 2010. Ello fue seguido por una sucesión de desastres naturales adicionales en la última década.
La situación actual en Haití es caótica, con al menos cuatro dirigentes atribuyéndose la condición de sucesores del Presidente Moïse, sin la existencia de un registro electoral validado, ni un Consejo Electoral imparcial. En estas condiciones, ningún observador serio considera viable realizar elecciones en septiembre. La noción de que el país más pobre de las Américas, con un 60% de la población bajo la línea de pobreza, deba ser abandonado a su suerte, no resiste análisis. La ONU debe tomar cartas en el asunto y Chile debe retomar el papel de liderazgo que ha jugado en el tema.
Jorge Heine
Profesor de Relaciones Internacionales
Universidad de Boston
