Si bien podría ser cierto que no hay documental malo, algunos son innegablemente mejores que otros. Netflix subió a su parrilla dos cintas sobre leyendas de la música popular y las diferencias entre uno y otro ilustran el punto hasta revelar cómo todo esfuerzo intelectual tiene estrecha relación con el carácter de quien lo ejecuta.
“Elvis Presley: The Searcher” (2018), dirigido por Thom Zimny, es un trabajo orientado a sacarnos de la cabeza la imagen de Elvis armada por las cerca de 30 películas baratas, a medio camino entre el kitsch y el camp, que filmó inagotablemente entre 1956 y 1969, una idea de Elvis que empapó a los millones que crecimos viendo estas cintas una y otra vez en las largas tardes de televisión de la infancia. De todas ellas, puede que apenas un puñado merezca revisarse. “The Searcher”, consciente de esta situación, decide mostrar lo que hay detrás de ese velo enceguecedor. Vemos entonces a un artista formado por la música del Mississippi y el Memphis de su adolescencia, que juntó influencias blancas del country con el gospel y el rhythm and blues afroamericano. Más que ser solo un chico bonito, Presley entendió la tradición, el valor y la sensualidad implícita en estas corrientes, algunas de ellas desconocidas para el público masivo. No fue casualidad la manera en que el público de clase media, blanco, ante el explosivo éxito de Presley, se escandalizara con el erotismo que trasmitía su música y, en especial, sus actuaciones en vivo. A partir de allí, Zimny sigue, sobria y cuidadosamente, los puntos biográficos clave que dieron forma a la carrera de Elvis, y pone especial énfasis en la larga, extraña y dependiente relación del cantante con su mánager, el coronel Tom Parker, responsable del primer boom de Elvis, pero también de empobrecer artísticamente su carrera —con esa larga cadena de películas baratas, entre otras cosas— y de desechar innumerables oportunidades —como proyectos cinematográficos de mayor vuelo o recitales en Europa. En fin, con testimonios de figuras como Bruce Springsteen y Tom Petty, con gran acierto en la selección de canciones, con estupendos pasajes de actuaciones en vivo —donde Elvis brillaba más y mejor—, sin enredarse demasiado en las flaquezas que sin duda tuvo, Zimny trata a Elvis como lo que es: uno los mayores artistas de la música norteamericana del siglo XX.
“Marianne & Leonard: Words of Love” (2019) no llega ni cerca. Su foco está en dar cuenta en la relación que hubo entre la noruega Marianne Ihlen y Leonard Cohen, poeta, novelista y enorme compositor canadiense, que entre sus muchos logros, recibió el premio Príncipe de Asturias en 2011. Marianne y Cohen se conocieron en la isla griega de Hidra, en la década de los años 60, cuando era uno de los tantos lugares de refugio, escape y disipación que proliferaron en el espíritu de contracultura de esa década. La relación entre ambos —una Marianne bella, joven y casada y un Cohen dedicado a escribir, pero aún no a cantar— fue también propia de esos años: intensa en un principio, inconstante después, abierta y sin formalidades. Esto no impidió que el mismo Cohen mitificara el asunto después al componer “So Long, Marianne”, que al poco andar se convirtió en una de sus canciones emblemáticas. Bien. El director inglés Nick Broomfield da cuenta de todo esto, pero con una sensibilidad muy rudimentaria. El fue uno de los amantes de Marianne en Hidra —lo cuenta al poco andar, como si ello le diera autoridad en el tema— y aparentemente esa amistad le permitió después obtener material que luego usó para esta película. La cinta comparte con “The Searcher” el uso de mucho registro de época (filmaciones análogas muy sabrosas entre ellas), pero en el fondo es pura copucha, pura ventilación de vida privada, un registro de aventuras, drogas y rock ‘n roll (con algo de budismo después) que, sin embargo, revela poco y nada de Cohen como artista, de sus influencias o de sus lecturas. De hecho, Broomfield ni siquiera entrega el espacio para que escuchemos una sola de las canciones de Cohen en versión completa, siendo que hay registros en vivo que se asoman como gloriosos. Reducir a Leonard Cohen a la calidad de mujeriego revela más sobre el propio Broomfield y su pobreza de carácter que de las debilidades que Cohen puede haber mostrado.
Elvis Presley: The Searcher
Estados Unidos, 2018
205 minutos
En Netflix y HBO
Marianne & Leonard: Words of Love
Canadá y Reino Unido, 2019
102 minutos
En Netflix.