El 5 de julio estuvo de cumpleaños Carlos Caszely (71) y se reavivó la polémica comparativa. “Fue mejor de lo que es Alexis Sánchez”, leí en Twitter. Esto, por cierto, alentado por el propio cumpleañero. También se escribió en la red social —que requiere de mucha paciencia— que “fue mejor que Alexis y ‘Chupete' Suazo juntos”.
La lucha de las comparaciones es tan antigua como el fútbol y siempre aparecen los adoradores y los despreciadores del pasado. Felizmente no se extiende al futuro, aunque no faltan ilusionados y agoreros.
Puede discutirse con enorme variedad de argumentos para buscar a mejores y peores, empezando por reconocer que las distintas épocas establecen diferencias a considerar. Se golpeaba más en unas, en otras se prefería el fútbol atlético al técnico, los arbitrajes son diferentes a través del tiempo y también cambian las reglas, las tecnologías de los medios pueden incidir, en fin. Pero es distinto en el caso de los equipos. Aquí es más fácil. O menos difícil.
Y nosotros los chilenos vivimos hoy nuestra mejor época a nivel de Selección Nacional, a la que se mide en resultados y en suma de valores individuales. Obviamente, hemos tenido buenos momentos en estos 111 años de competencia internacional. Los años 1950 y los 70 tuvieron episodios de brillo, por ejemplo.
Pero las últimas dos décadas y algo más nos encuentran en un momento insuperado.
Ver a Brasil tan afligido como lo vimos el viernes pasado en Río no es asunto de todos los días, cualquiera sea el rival. Y no lo consiguió la Generación Dorada, aunque sus sobrevivientes sean el núcleo del plantel. Hay también jugadores que buscan un lugar en el grupo seleccionado y en la titularidad. Algunos muy jóvenes y atrevidos para asumir la responsabilidad. Mérito de Martín Lasarte, con mejor resultado que sus antecesores en la busca de la renovación.
La trama del juego chileno esa noche fue muy exacta y rápida gracias a un toque efectivo, con desprendimiento veloz de la pelota, descongestionador e intencionado, con la buena salida iniciada por Bravo y Medel, como siempre.
Cuesta hacer un comentario del partido porque no es fácil omitir las pequeñeces de Brasil, por las irritantes simulaciones de Neymar, a quien algunos audaces pretenden comparar con Pelé o Maradona, y las antideportivas demoras del arquero Ederson.
¿Un defecto? Por cierto: el toque exagerado que a largos ratos dejaba de ser intencionado. Me hizo recordar aquel tiempo oscuro de Fernando Riera en la Católica, cuando el pase lateral era enfermante. “Mientras nosotros tengamos la pelota, no la tiene el rival y sin la pelota no nos puede hacer daño” era la ley. Y en un partido terriblemente aburrido entre la UC y la Unión Española, el entrenador rojo, Jorge Luco, estrenó una frase explicativa para la historia: “El fútbol es para inteligentes”.
Eso nos falta, que el toque sea siempre intencionado. Y la posesión, arriesgarla cuando sea conveniente. Arriesgar a metros del arco rival no es pecado.