Inminente es el fin del dilatado desenlace de la elección presidencial del Perú. El nuevo gobierno debe asumir el 28 de este mes, coincidente con las celebraciones del Bicentenario de la Independencia del Perú. El tiempo se agota.
El resultado definitivo de las elecciones no pondrá fin a las incertidumbres sobre la gobernabilidad y futuro peruanos. Todo dependerá del probable vencedor, Pedro Castillo, profesor primario, líder sindical y candidato del futuro partido oficialista, Perú Libre, definido marxista leninista, liderado por Vladimir Cerrón, médico de esa ideología, antes radicado en Cuba.
Su programa de gobierno promete una nueva Constitución, expropiación de las inversiones en minería y energía, el control estatal del comercio exterior, y limitaciones a las inversiones extranjeras, incluyendo empresas chilenas. Inquietante es la política migratoria, que propone la expulsión de extranjeros, sobre un millón, en su mayor parte venezolanos.
Sobre 300 mil peruanos están radicados en Chile. Inversionistas chilenos y peruanos participan en los diversos sectores de la economía, amparados en tratados de libre comercio, de doble tributación y de protección de inversiones, estimadas en más de 20 mil millones de dólares, con un intercambio comercial cercano a otros 4 mil millones de dólares anuales. Interesantes son las diversificadas inversiones peruanas en Chile; desapercibidas, comprenden los rubros minero, industria del salmón, construcción, inmobiliarias y alimentos.
En política exterior, Castillo solo ha visitado Bolivia y podría girar en favor de las alianzas de Evo Morales, al que admira; rechaza la suscripción de la Convención del Mar y el libre tránsito en la zona de las 200 millas marítimas.
Solo el populismo y el desconocimiento de la realidad internacional y de la economía llevaron a Castillo a proponer un programa tan radical como inviable, sin medir los costos para los peruanos. Consciente de sus responsabilidades y limitaciones, como lo hiciera Ollanta Humala, tendrá que dar señales de sensatez, manteniéndose alejado de su patrocinador Cerrón, distante de algunas de sus promesas incumplibles, buscando acuerdos políticos para intentar estabilizarse en el poder, recurriendo a profesionales de la diplomacia y de la economía. Hay señales alentadoras, aunque insuficientes, en ese sentido. La mayor es la intención de mantener en el cargo al presidente del Banco Central de la Reserva del Perú, un banquero distinguido como el mejor de los bancos centrales de América, que ha servido durante seis presidentes y es custodio de las reservas internacionales y del eficaz control inflacionario. Claves serán la elección del gabinete y el voto de confianza del Congreso, donde Castillo no tiene mayoría.