La experiencia de la alta competencia indica en forma permanente que en el fútbol puede haber resultados sorpresivos, pero que, a la larga, siempre se imponen los mismos.
La evidencia se toma fundamentalmente de la historia de los mundiales adultos: solo ocho selecciones (Uruguay, Italia, Alemania, Brasil, Inglaterra, Argentina, Francia y España) han logrado ser campeones desde 1930 y es difícil anticipar que otro equipo se sume en el corto plazo a esa exclusiva lista.
Sin embargo, en otros ámbitos competitivos ha habido mayor variabilidad. En los torneos mundiales Sub 17 la preeminencia en títulos es de los africanos, y en los Sub 20 han sido campeones selecciones sin tanta fortaleza permanente, como las extintas Unión Soviética y Yugoslavia, y equipos como Portugal, Serbia y Ucrania.
En los torneos internacionales de clubes, ni hablar. En Europa, tras la potente hegemonía de Barcelona de Lionel Messi y de su lucha constante ante la competencia permanente del Real Madrid de Cristiano Ronaldo, se han abierto brechas en los últimos años para que emerjan otras escuadras luminosas. Pero ninguna ha logrado hasta ahora erigirse con una solidez tal que impida la competencia.
Es cosa de analizar. Hace un par de años no más, el Liverpool de Klopp exponía un fútbol tan directo y veloz que parecía encaminado a exterminar al resto. Pero surgió Bayern Munich para darles pelea a los ingleses y a todo el resto. Una máquina la germana. Campeón de todo y ganador de la Champions 2019-2020.
Pero no le alcanzó esta temporada para dominar Europa. Cedió protagonismo a los equipos ingleses, con el Manchester City, guiado por Guardiola, como el gran favorito ante el Chelsea de Tuchel. Pero perdió. No hubo preeminencia del City, pese a que en la Premier League les sacó ventaja larga a todos. Incluido a Chelsea.
Analizando la gran cantidad de partidos que estas semanas tenemos la posibilidad de observar (Eurocopa, Copa América, Copa Chile), la conclusión sigue siendo la misma: no hay equipos que sean hoy imposibles de derrotar.
En la competencia europea, por ejemplo, Francia —campeón del mundo y con jugadores que parecen de otra galaxia— aniquila en el debut a los alemanes (sí, a los alemanes), pese al esmirriado 1-0 en el marcador, pero después solo empata con los polacos y los portugueses, para luego ser eliminada por Suiza.
Qué decir de Holanda (ya, Países Bajos), que a pesar de haber llegado con muchas dudas a la Euro ganó en gran forma sus tres partidos de grupo, pero cae ante República Checa (equipo ordenado y físico, pero rústico) en los octavos.
En la Copa América, en tanto, pese a que todos estamos claros que Brasil gana cuando se lo propone “aunque sea con su equipo B”, tuvo que sudar para imponerse a Colombia y resignar un empate ante un Ecuador que ha andado de más a menos.
¿Y en nuestra Copa Chile? Ahí hay más pruebas. El tricampeón (UC) debe extremar recursos para eliminar a un cuadro de la B (Iquique), y Deportes Concepción —de la tercera categoría del fútbol chileno— deja fuera de carrera a Santiago Wanderers, que es de Primera.
Sí, puede que a la larga se van a seguir imponiendo los de siempre. Pero dejemos en claro algo: así como están las cosas, no hay que entrar a la cancha pensando que el del frente es invencible. Nadie lo es. Por suerte.