Al final, el buen partido de Chile y su empate con Uruguay quedó como el jamón del sándwich. Sabroso y al medio. Las mitades del pan fueron la previa y el post: el caso del peluquero y el encuentro de mañana con Paraguay.
El inesperado invicto al cabo de tres partidos en al grupo A de la Copa América, con empates con Argentina y Uruguay, deja buen sabor en el paladar del seguidor de la Roja, ya habituado al sabor extraño de la incertidumbre, de la duda, de la esperanza traicionada. Por eso lo que estamos viendo resulta inesperado.
Con tres en el fondo, bien. Con cuatro en el fondo, bien. Con cinco en el fondo, si el panorama se torna espeso durante el partido, bien también. Con 10 o con 11, no tan bien, pero suficiente para aguantar, aunque le moleste al “Maestro” Tabárez. Sin Alexis, sin Vidal en plenitud, sin gran tiempo de preparación, igual. No solo eso, si se agrega a descubrimientos de última hora, como el de Ben Brereton, y sumando a jóvenes valores al protagonismo de un torneo internacional.
Lo de Brereton ha sido notable por su acomodo al juego asociado con Eduardo Vargas, ahora recuperado de su eficacia goleadora al ser bien servido y, por sobre todo, bien acompañado. Hacen realmente una dupla, más equilibrada que con Alexis, que requiere de más elaboración personal en cada jugada. El hombre que viene de Inglaterra aporta, además, un tránsito generoso y una lucha inclaudicable. Por eso es “Big Ben”.
Ojo: tiene 22 años nada más. Una apuesta. Y si bien Martín Lasarte es un entrenador al que se tiene por práctico, en esta nómina hay jóvenes como Luciano Arriagada, 19, más que una apuesta y que tuvo su bautismo de fuego justamente ante Uruguay, Carlos Palacios, Daniel González, 19, y otros. Agregue que Tomás Alarcón, aunque internacional, tiene solo 22 y se maneja con aires de patrón.
Puede ser que en algunos momentos Chile pudo atacar más. Puede ser, aunque las lesiones de varios indican que se estaba jugando al límite y que el contraataque uruguayo se mostró siempre peligroso, de lo que dan fe tres tapadas notables de Claudio Bravo.
En fin, que todo se da a pedir de boca después de tantas dudas.
Y mañana (¡tan cerca de Uruguay!), el partido decisivo contra Paraguay, rival siempre bravo para nosotros. Puntos decisivos para definir la ubicación, que no debe ser la cuarta en el grupo y así evitar la repetida maldición que nos persigue: enfrentar a Brasil justo después de los abrazos clasificatorios.
Algo más: ¿Dónde están las seguridades sanitarias ofrecidas a las selecciones? No hay. Y así pudo entrar un peluquero al hotel a buscar fama internacional dibujándoles el cráneo a algunos de nuestros seleccionados que lo citaron. Quedará en la historia del fútbol sudamericano que la Conmebol organizó una Copa en el país más dañado del continente por una peste planetaria. Peor que los Jadue y los Grondona, estos nos han querido robar la salud.