Chile enfrentará este lunes a Argentina, en su estreno en la Copa América, pero la amargura permanece. El equipo de Martín Lasarte no tiene nada para reprocharse después del empate ante Bolivia. Eran cuatro goles de diferencia y finalizó 1-1. No se trata de retornar a la cantinela de los triunfos morales, pero el registro acusa menos puntos de los que mereció.

En Montevideo, el empate era justo hasta el derechazo de Maxi Gómez. Antes, el escándalo de los árbitros paraguayos Eber Aquino y Juan Benítez (en el VAR), privó a la Roja de patear un penal cuando el cotejo expiraba. En Santiago, frente a Colombia, la igualdad cafetalera llegó en el epílogo, con Alexis Sánchez lesionado buena parte de los 90 minutos y con James Rodríguez jugando gratis desde el primer tiempo. El único encuentro en que la selección cayó sin apelación fue en Venezuela.

Con Reinaldo Rueda y con Martín Lasarte Chile es un equipo sólido en el fondo. ¿Cuántas situaciones crearon Uruguay, Colombia, Perú, Argentina y Bolivia? Escasas. Solo en Caracas la zaga lo pasó mal. Es cierto que Claudio Bravo fue la figura con los trasandinos, pero en el recuento hubo dos tiros libres de Lionel Messi y otras dos acciones individuales del “10”.

Decir que el problema está en el ataque es un lugar común. Arturo Vidal y Alexis Sánchez convirtieron todos los goles en esta eliminatoria, hasta que Erick Pulgar quebró la norma con su cabezazo ante la tibia salida de Carlos Lampe. Por eso cobra tanta relevancia la ausencia de Vidal. Qué duda cabe de que nadie está libre de contagiarse con el covid-19, pero el volante del Inter careció de la mínima prudencia y al final lo pagó él, pero sobre todo el colectivo.

Viene la Copa América y Lasarte concurre con las tropas de élite, pero suma nombres en esta idea de reforestar un cuadro que exprime las últimas gotas de un grupo excepcional. Será la ocasión de acumular las sesiones de entrenamiento que el DT pretende.

Con Bolivia, sobre todo en la media hora inicial, Chile se pareció a la tromba que lanzaba Marcelo Bielsa y después Jorge Sampaoli. En el complemento, a pesar del posicionamiento, la intensidad bajó. El tiempo exhibe sus huellas.

Tiene trabajo el uruguayo, al igual que el directorio de la ANFP. En estos seis partidos quedó demostrado que nuestra dirigencia carece de peso en la Conmebol. En el Centenario pitó el impresentable Aquino y en una tocada de oreja lo mandaron para el cotejo con Bolivia. Con otros directorios, nunca más dirigía a la Roja.

El viaje a Argentina incluyó un inédito escenario, Santiago del Estero, con escala en Buenos Aires. “Me hacen esa y dejo la escoba. En Buenos Aires o nada”, me dijo un expresidente de la federación que mostraba su fortaleza en Luque. Ante Argentina, ni siquiera se cuestionó en el VAR el planchazo de Nicolás Tagliafico a Gary Medel, con un juez venezolano tembloroso, sobrepasado por las circunstancias, que dejó con amarilla a Pablo Galdames al minuto.

Nadie pide que te ayuden, pero tampoco que te liquiden.

Chile afronta la Copa América con esa extraña sensación de que mantiene su solidez, pero que flaquea en los metros finales y carece de peso en el área rival. Dos tareas para Lasarte cuando Qatar, queramos o no, se alejó.