Señor Director:

La Región Metropolitana se enfrenta a una segunda vuelta en la elección de gobernador o gobernadora, entre un representante de la Democracia Cristiana, apoyado por la Unidad Constituyente, y una representante del Frente Amplio, apoyada por Apruebo Dignidad. Son dos opciones situadas lejos de los extremos, aunque quienes habitan estos, a la derecha y a la izquierda, intentan obviamente polarizar la disputa.

Digamos que, por su parte, Claudio Orrego está en correspondencia a una candidatura presidencial democristiana, con alta probabilidad la presidenta del Senado, Yasna Provoste, y Karina Oliva en correspondencia a la candidatura presidencial frenteamplista, representada por el diputado Gabriel Boric.

En los debates y propuestas para la gobernación metropolitana se han visto interesantes puntos de encuentro, como también una natural diversidad de opciones, lo que ha enriquecido la mirada y augura un buen porvenir regional, sea quien sea que salga elegido o elegida.

Sería una buena noticia para el futuro de Chile una contienda de características similares en la segunda vuelta presidencial, lo que nos evitaría la eventualidad de estar eligiendo, como en Perú, entre un representante neoliberal, el conservador de derecha Lavín, y uno marxista leninista, el conservador de izquierda, Jadue. Esto traería polarización y exacerbación del enfrentamiento entre chilenos, mientras que la opción de segunda vuelta presidencial similar a la disputa metropolitana augura un debate civilizado entre los oponentes, con la necesaria diversidad que enriquece la opción por los cambios que la abrumadora mayoría nacional demanda impostergablemente, a la vez que abriría amplios espacios de entendimiento y unidad democrática.

José Sanfuentes