La última Cuenta Pública del segundo gobierno del Presidente Piñera está fijada para el próximo martes 1 de junio a las 15 horas.
Imagino que el Mandatario estará ahora mismo, mientras ustedes leen estas líneas, repasando sus borradores de discurso a la nación.
Y está bien que se ocupe de esa Cuenta. Pero estimo que también tendría que hacer otras “cuentas” para, valga la reiterativa redundancia, “darse cuenta”.
Debería darse cuenta, por ejemplo, que desde hace algunas semanas se ha convertido en algo así como el jefe de la campaña presidencial de Yasna Provoste. Mucho de lo que ella es hoy por hoy, de la popularidad que ostenta y de las inesperadas posibilidades que se le abrieron, tienen que ver con el protagonismo que el Presidente Piñera le otorgó (a propósito del acuerdo de “mínimos comunes” y otras hierbas).
Él habrá pensado que ambos se beneficiarían de un entendimiento mutuo. Pero Provoste, que es una hábil ajedrecista (les remito a la columna “Gambito de Yasna”), se dio cuenta de que el negocio para ella consiste en “darle duro” (parafraseando al exlíder de la DC Fuad Chain) al Presidente: ponerlo en jaque una y otra vez.
El Mandatario, que sufre de una impopularidad crónica e incurable, es el blanco perfecto para Yasna: cada vez que le pega sube un par de puntos en las encuestas. Y es que lo ideal para cualquier candidato es que todas las próximas elecciones sean una especie de plebiscito respecto del Presidente Piñera, donde el candidato está con él o contra él. El resultado de ese dilema es simple: las fuerzas están 80%-20% desde hace meses.
El Presidente Piñera es un blanco móvil, como un pato de feria al que uno apunta con un rifle de aire comprimido para ganarse una botella de pisco de 30º. Pero en las ferias la figura de hule se mueve a alguna distancia y con velocidad y hay posibilidades ciertas de fallar.
Aquí no. Yasna puede disparar con los ojos cerrados, de espalda, haciendo un “Gran Willy”, ebria o medicada, y le va a acertar igual. Porque el blanco viene hacia ella, se le pone al lado y prácticamente la abraza. Aunque quisiera errar, Yasna le pegaría igual.
El problema es que cuando en la vida hay algo así de regalado, lo obvio es que mucha gente querrá aprovechar el “llegar y llevar” y hará lo mismo.
Acuérdense de mí: todos los candidatos presidenciales se verán tentados a dispararle al Presidente. Todos: derechistas, izquierdistas, bolcheviques, propalestinos, projudíos, cristianos-occidentales, socialdemócratas, libertarios, bacheletistas aliancistas; los que dicen “completo” y los que dicen “hot-dog”. Todos. Unos lo harán de manera más explícita o impúdica, otros con más elegancia. Algunos probarán una vez y listo, otros se van a enviciar.
Es que la están regalando. “Péguele a Piñera y suba en las encuestas”, dice el cartel. Llame ya.
Por eso, ahora que viene la Cuenta, le digo: “Amigo, dese cuenta”.
En mi casa, durante una reunión familiar, de amigos o en una mera conversación trivial, cuando mi protagonismo empieza a volverse contraproducente, mis seres queridos activan una señal. Dicen, “déntrese, caballero”. Y yo entiendo altiro y me repliego. Lo hacen para cuidarme. Quizás a otras personas también les funcione.