Aniversario de la fundación de la FIFA y la casa de Zurich anuncia, en el marco de su congreso, el estudio de organizar la Copa del Mundo cada dos o tres años. La creativa federación de Arabia Saudita hizo la propuesta.

Gianni Infantino, el presidente de la multinacional, nos advierte que es solo una idea, que primará lo deportivo, pero de contrabando deja picando la idea madre: cataratas de euros o dólares en el caso de que la iniciativa prospere. “Todos conocemos el valor que representa la Copa Mundial y el impacto que puede tener, pero quisiera poner este debate en un contexto más amplio, en el del calendario internacional de partidos. En todos los análisis vamos a dar prioridad al elemento deportivo, no el comercial. Si hacemos la Copa del Mundo cada dos años vamos a duplicar los ingresos, pero tenemos que tener en cuenta si va a mejorar el aspecto deportivo”, dijo Infantino en la conferencia de prensa posterior a la reunión.

Seguro que en la UEFA y en las sedes de los principales clubes de Europa se cayeron de la silla cuando leyeron o escucharon al sucesor de Joseph Blatter. Si primara la cordura estaríamos tranquilos, pero como se aprobó el Mundial con 48 países debemos prepararnos para locuras como la que debatirán. En esas iniciativas queda claro que los jugadores, protagonistas centrales de la historia, en los que se sostiene la mayor industria del entretenimiento del planeta, quedan en un plano secundario. Mientras el arbolito dé sombra, sigamos sacándole lustre.

En este mismo viernes 21 de mayo, los panelistas de “Superfútbol”, de TyC, discutían sobre lo mal que juega Boca Juniors. En la estructura del programa los participantes establecen los colores del club que defienden, más allá del ejercicio periodístico. Todos coincidían en que el cuadro de Miguel Ángel Russo juega feo, pero también mal, lo que genera un cóctel feroz. Porque es posible que desde la estética un equipo no llene los ojos, pero que desde la eficacia sea contundente y productivo.

La lectura entre líneas llevaba al rival de siempre y al nombre que encandila: River Plate y su entrenador, Marcelo Gallardo. El covid-19 ataca a los “millonarios”, pero igual son superiores a Boca en La Bombonera. La definición por penales los elimina en los cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional, con el sexto arquero del plantel como titular, quien ni siquiera tenía contrato profesional. El miércoles, River recurre al volante Enzo Pérez para atajar frente a Independiente Santa Fe de Colombia y gana 2-1 en la Copa Libertadores. Una epopeya y otro registro fantástico para “Napoleón”, el nuevo apodo que parece superar al de “Muñeco”.

Antonio Serpa, uno de los panelistas, lanza que si Gallardo dirigiera a Boca, lo más probable es que levantaría la Copa Libertadores. Exagerado o no, en su reflexión hay un tema de fondo: el estilo, las maneras de expresarse en el campo. River, juegue quien juegue, pase lo que pase, seduce e incluso emociona. Este ciclo de Gallardo, que se encumbra ya a los siete años, hay que disfrutarlo. En este lado de la cordillera tuvimos la fortuna de verlo el 24 de abril de 2019 en el Monumental, cuando en la fase de grupos de la Libertadores venció 2-0 a Palestino. Una noche para atesorar.