Universidad Católica ratifica que posee estirpe competitiva, que Gustavo Poyet — su entrenador— entendió en el momento preciso la necesidad de un volantazo. En La Paternal, ante Argentinos Juniors, su escuadra jugó un duelo copero clásico. Los cruzados no fueron vistosos, pero asumieron el reto en el cotejo que les permitía entrar en carrera por la clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores. El oriental fue vivo. Sacó a Marcelino Núñez, amonestado, cuando Gabriel Hauche dejó a los “Bichos Colorados” con 10 jugadores. Otra vez Matías Dituro exhibió su templanza cuando el local apremiaba y Fernando Zampedri atropelló como 9 de raza. La clasificación depende de la UC.
Sólido Huachipato para imponerse en Paraguay frente a 12 de Octubre en la Copa Sudamericana. Los equipos se distinguen cuando son capaces de superar pruebas bravas. Con uno menos, por la expulsión de Benjamín Gazzolo, los pupilos de Juan José Luvera nunca se olvidaron de algo que pregona su entrenador: mirar el arco del frente. El cuadro más joven de nuestra competencia ofrece agresividad y dinámica, ocupa las bandas y pone en el área rival al menos a tres futbolistas para el remate. Luvera tiene poco tiempo en el fútbol profesional, a veces se pasa de rosca en los reclamos, pero es indudable que en la cancha su escuadra posee identidad. Cuando muchos recuerdan a Marcelo Bielsa, guardando las proporciones, los acereros están en la cuerda del entrenador del Leeds.
Palestino quedó eliminado en la Copa Sudamericana al empatar con Atlético Goianiense 0-0 en Brasil. El conjunto de José Luis Sierra llegó con dudas al torneo. En el plano interno las derrotas frente a Antofagasta y Universidad Católica, más las lesiones y bajos rendimientos conspiraron para retrasar el funcionamiento que busca el mundialista de Francia 98. Agustín Farías tendrá que revisar el manual del volante de contención: no lo pueden expulsar en dos partidos de visita seguidos.
Unión La Calera fue digna ante Flamengo. Con muchas bajas ante el Mengao, candidato natural a ganar la Libertadores, supo competir. El 2-0 parcial ilusionó, pero la disparidad individual era gigante. Con cuatro seleccionados sudamericanos en la cancha, el coloso carioca encerró a los cementeros.
El fútbol da señales que explican realidades institucionales. Cuando el sábado pasado un funcionario de Colo Colo cerró el camarín de los árbitros con candado, molesto por el desempeño de Fernando Véjar en la derrota ante Palestino, se ilustró el problema organizacional del Cacique. Si el DT muestra los genitales a los rivales, si los jugadores se hacen echar por pegar patadas destempladas o perseguir a los adversarios cuando les mostraron la tarjeta roja, si en algún momento impidieron el ingreso al estadio a Antofagasta, si la mayoría del plantel no cumple las medidas sanitarias y terminan sancionados, poniendo en riesgo seis puntos (ante Ñublense y los árabes), significa que el tema de fondo es grave. No extraña que después de 40 días de negociaciones entre Juventude —club del Brasileirao— y el Cacique, por el préstamo de Nicolás Blandi, el jugador recién se enterara el jueves. Por eso, no fue casualidad que Colo Colo peleara el descenso.