A ratos, el asunto tiene cara de trabalenguas. O, tal vez, es solo una cuestión de palabras. Se trata del fallo que produce la expulsión de Lautaro de Buin del fútbol profesional. Por un lado, se nos informa que la falta del club fue extender “doble contrato” a dos de sus futbolistas. Por otro, que el pecado fue “falsificar” datos.
Como se sabe, ambos jugadores tenían firmados dos contratos con el “Toqui”, uno de ellos registrado en la ANFP y el otro en poder de ambas partes. El primero, “oficial”, por una cantidad salarial menor que el segundo, de manera que oficialmente permitiera al club no exceder el límite de gasto autorizado en sueldos. Y que permitiera al jugador, por su parte, recibir lo realmente acordado.
¿Hay diferencia entre “doble contrato” y “falsificación”? Semánticamente la diferencia es obvia. En la realidad no. Porque para que un contrato sea falsificado debe haber dos, por lo menos. Si una obra de arte ha sido falsificada, obviamente hay una que es auténtica. No habría falsificación si no hubiese doble contrato. Para llegar a sus conclusiones, la Primera Sala del Tribunal de Disciplina tuvo que hacer una comparación entre el documento oficial y otro, lo que es fácil de descubrir recurriendo a pago de imposiciones previsionales, testimonios y otros recursos a la mano.
El tema, ahora, es encarar el asunto de la proliferación de dobles contratos. Personalmente, he visto esos casos desde que me acuerdo. Ha sido una tradición de los clubes presentar uno ante el organismo rector y guardarse otro entre los firmantes. Antes era la ACF y hoy la ANFP. Y antes de ambas, cuando el fútbol era oficialmente aficionado, había un contrato escrito y otro “hablado”. Cuando se sospechó, en 1931, de que Colo Colo les pagaba a sus “amateurs”, el tesorero de los albos dijo: “Podría demostrar lo contrario si pudiera traer los libros de Tesorería. Pero no puedo traerlos para que no acusen de profesionales a nuestros jugadores…”. O sea, la cosa viene de siempre. Y lo siguen haciendo muchos.
Si por eso fue expulsado Lautaro de Buin, ¿qué pasará con los demás? ¿Seguirá investigando la ANFP y enviará nuevos casos a la consideración del tribunal? ¿O pasará lo mismo que con la propiedad de más de un club en las mismas manos? Exigirle movilidad y transparencia a la rectora del fútbol es pedirle peras al olmo. O a la encina.