Una elección eclipsada por la disputa presidencial

A seis días de la que muchos han señalado como la elección más importante en décadas, el tema constitucional aparece virtualmente ausente del debate público. Dominado este por los efectos sociales de la pandemia y por una incierta carrera presidencial, los votantes se aprontan a elegir a quienes definirán las bases de una nueva institucionalidad sin haber tenido una discusión informada sobre lo que significa una Constitución. Es difícil anticipar cómo incidirá esto en la salud del delicado proceso con el que se pretende relegitimar nuestra institucionalidad. Lo concreto es que un itinerario cuya justificación era renovar el pacto político arriesga terminar percibido solo como otra medición de fuerzas entre los distintos actores en conflicto.

En efecto, si la intensidad con que se ha desplegado la carrera presidencial, con su alto número de precandidatos y las tensiones que provoca en los diferentes bloques, ha eclipsado la campaña, sus resultados pueden tener sin embargo un fuerte impacto en las posibilidades de los aspirantes a La Moneda. Cuestiones como el desempeño de los alcaldes Matthei (UDI) y Jadue (PC) en sus comunas, el desenlace de la contienda en Las Condes o el de la disputa por la gobernación metropolitana podrían ser definitorias para el encauzamiento de la carrera, sumadas a los distintos parámetros que se usen para evaluar el éxito o fracaso de las coaliciones.

Por eso, las consideraciones electorales siguen presidiendo las decisiones. Incluso el diálogo en torno a la agenda de mínimos comunes aparece contaminado por este factor, cuando se advierte la reticencia opositora para cerrar un entendimiento antes del próximo fin de semana o se insiste en agregar materias ajenas a las originalmente acordadas de tratar; todo esto, pese a que el sentido original de estas conversaciones era definir nuevas y “urgentes” medidas de apoyo para los afectados por la pandemia. A su vez, el liderazgo que en esta instancia ha asumido la presidenta del Senado ha abierto espacio a especulaciones respecto de su eventual ingreso a la carrera por la primera magistratura, cálculos que son signo de la insatisfacción de la centroizquierda con el desempeño de sus actuales presidenciables.

Duro conflicto UDI

La acumulación de elecciones y el consiguiente estrechamiento de los plazos legales también están generando complejos escenarios en Chile Vamos, particularmente en la UDI, que después de los comicios decidirá si inscribe en la primaria del sector a sus dos presidenciables —los alcaldes Matthei y Lavín—, o solo a uno. El anuncio formal de Matthei de su decisión de competir y el cambio de posición de Lavín —hasta hace poco partidario de que en la primaria concursaran todas las cartas, incluida la edil de Providencia, pero que ahora ha pedido llevar un postulante único— mantienen al partido en máxima crispación.

Es legítimo que la UDI defina la estrategia presidencial que estime adecuada. Sin embargo, no debieran escapar a ese análisis los alcances de su decisión, que conciernen tanto a la coalición de la que forma parte como a la defensa de las ideas de ese sector político en una contienda de especial trascendencia para Chile. Habiendo alentado el despliegue de sus dos presidenciables y mantenido abierta al menos hasta esta semana la posibilidad de que ambos concurrieran a la primaria, las señales en favor ahora de un candidato único suponen un cambio en las reglas tácitamente establecidas. Más aún, al tratarse de las dos cartas mejor posicionadas del sector, sacar a uno de ellos implica reducir las opciones de los adherentes de Chile Vamos que participen en la primaria y que son los naturales llamados a decidir sobre la competitividad de los postulantes.

Pero incluso más allá de eso, las tensiones que este asunto ya ha generado tornan inimaginable que la decisión de dejar fuera a uno de los presidenciables no deje también fuertemente dañado en su imagen y proyección electoral a quien aparezca como “favorecido” por las dirigencias partidarias.

Populismo sin límites

Si parecía que el afán populista y el ánimo de demolición institucional habían llegado en la Cámara de Diputados a un grado límite, parlamentarios de distintas bancadas opositoras mostraron esta semana su capacidad para avanzar hacia nuevos extremos.

Luego de que el presidente de la Comisión del Mercado Financiero les explicara el modo en que operará el “retiro” para las rentas vitalicias, conforme con el texto de la reforma constitucional que ellos mismos aprobaron, los congresistas han reaccionado con ira, reclamando que ese no era el “espíritu” que los había animado. Lejos de formular un mea culpa por su incapacidad para haber plasmado en un texto ese proclamado espíritu o de reconocer que su desconocimiento del funcionamiento del sistema los había hecho generar efectos indeseados, han preferido arremeter contra la CMF y su titular, acusando oscuros intereses y anunciando comisiones investigadoras.