La crisis covid ha sido la gran prueba de la resiliencia para un mundo que ha pasado a ser historia, no pasado.
El sector cultural no solo ha puesto a prueba su sobrevivencia, sino algo mucho más profundo, su formato, misión y posibilidades de ofrecer experiencias. Los espacios que desde el siglo XIX propiciaron el encuentro entre las personas en el formato que conocemos, para ejercitar la discusión, la expresión de ideas, las críticas o dar espacio a las vanguardias, han estado vacíos.
El Teatro Municipal de Santiago no ha sido la excepción. Una institución con 163 años de historia, que cuenta con trabajadores especializados en diferentes áreas, tiene sus raíces ancladas en un suelo que hoy se mueve y que vive un proceso de cambio estructural. Así, no es la sobrevivencia de sus artistas lo que está en cuestión, sino la esencia de las organizaciones culturales y sus contenidos.
Aunque muchos quieren convencer —y convencerse— de que pasada la crisis regresaremos a una supuesta normalidad, la realidad ha vuelto una y otra vez a aterrizar nuestras expectativas. Las nuevas posibilidades derivadas de las dificultades que esta pandemia ha creado, dejan sobre la mesa la compleja y desafiante tarea de unir esa realidad con una mirada general de futuro. El territorio y las fronteras han ido cambiando su relevancia para desdibujarse y recrearse con nuevas prioridades, así como la lógica de los proyectos artísticos. Y en las artes, como las que cultiva el Teatro Municipal de Santiago, la necesidad de renovarse desde todos los puntos de vista es imperiosa. Sobre todo, pensando en los públicos que hoy pueden tener acceso a ellas a través de plataformas digitales, derribando barreras geográficas y económicas de acceso.
Solo en 2020, más de 13 millones de personas se conectaron e interactuaron con los espectáculos y actividades que ofrecimos a través de la plataforma Municipal Delivery, nuestra respuesta ante los límites apenas iniciada la pandemia. Porque vimos el encierro como una oportunidad también para aprender, logramos que más de 18 mil estudiantes y profesionales se capacitaran. Y a nivel de público, nos comunicamos con nuestros abonados para trabajar en una solución para sus entradas.
Este año, estrenamos una micro ópera creada para el formato digital, en una experiencia inédita en alianza con el CEIA, y adoptamos la decisión de anunciar trimestralmente la programación propuesta, grabada por la nueva área digital del Teatro Municipal de Santiago.
Hoy, junto a los trabajadores, seguimos pensando en cómo adaptarnos a los cambiantes escenarios de esta pandemia, en un esfuerzo incesante de creatividad y entendimiento. Quién lo diría de un teatro de 163 años de historia que muchos se esfuerzan por ver anquilosado y ajeno a la realidad. Más desafiados que nunca, pero más activos que nunca, este aprendizaje clave solo es la preparación para el nuevo Teatro que surgirá en ese futuro incierto, pero que llegará y para el que hay que estar preparados.
Esta transformación estructural en ciernes releva con mayor fuerza el rol de la cultura en dotar el vacío existencial que estamos viviendo de un centro y un contenido, ya que solo esta es capaz de darle al verdadero desarrollo de Chile una dimensión humana e integral, un nuevo pilar estructurante. Por supuesto que no reemplaza a otros, pero debe tener su espacio para cumplir su rol de aglutinar a una sociedad fragmentada, ansiosa de ver otros horizontes, con la inminente necesidad de mirarse culturalmente de una manera más imaginativa y, por qué no decirlo, ambiciosa, con sueños y con algo que decir.
Enfrentados más que nunca a nosotros mismos y a los demás en un mundo frágil, en crisis, quienes sean capaces de leer esos signos y, a pesar de la incertidumbre, caminar hacia adelante, aprovechando las oportunidades que este punto de inflexión entrega, serán quienes recojan este momento para ser protagonistas de un mundo que, como tantas otras veces en la historia, ha aprendido a reinventarse.
Carmen Gloria Larenas
Directora General Teatro Municipal De Santiago