A primera vista, Judd Apatow nunca ha parecido un director particularmente virtuoso. Visualmente hablando, su cine —que contiene comedias deliciosas, como “Virgen a los 40” (2005); “Ligeramente embarazada” (2007) o “This Is 40” (2012)— se caracteriza por ser funcional, algo opaco o deslavado, con planos simples, directos, rigurosamente útiles para lo que se narra. Pero si lo propiamente cinematográfico no es su pasión ni su fuerte, posee una innegable sensibilidad para obtener las mejores actuaciones de sus actores y construir con ellos personajes que se sienten vivos, vívidos y, a la larga, entrañables. Esto se debe quizá a que antes de ejercer como director se formó escribiendo comedia para sus stand ups y para una multitud de programas de televisión. La escritura, más que el cine, parece ser lo propio de Apatow.
¿Se puede hacer gran cine con estos materiales? La crítica tradicional diría que no, pero “The King of Staten Island” (2020) vuelve a probar lo contrario. La cinta, que debido a la pandemia se estrenó directamente al streaming, es fruto de una estrecha colaboración con Pete Davidson, un joven comediante que hoy integra el elenco del popular y prestigioso Saturday Night Live. Davidson no solo es el protagonista de la cinta, sino que ella se basa extensamente en su propia vida. Scott (Davidson) es un veinteañero cuyo padre, bombero, murió en servicio durante el ataque a las Torres Gemelas. Hoy vive con su madre (Marisa Tomei), sin estudiar ni trabajar, mientras pasa los días fumando marihuana y soñando con tener un estudio de tatuajes que sea al mismo tiempo un restaurante, una idea improbable como pocas, todo esto mientras deambula con sus amigos por State Island, un distrito de Nueva York al suroeste de Manhattan que nunca le ha importado mucho a nadie (al punto que esta es de las primeras veces que su nombre llega al título de una película). Margie, la madre, sin embargo, después de pasar 17 años sin salir con nadie, conoce a Ray, otro bombero (Bill Burr), y esto significará una enorme perturbación para Scott.
Scott es un tipo sensible, neurótico y desacomodado con el mundo, por cierto, pero también es irresponsable, egoísta e incapaz, entre otras cosas, de ver la carga que pone sobre su madre. Ray quiere ser generoso y correcto, pero también es torpe, errático y algo agresivo. Margie ha sido una madre sacrificada, pero luego se hastía de su papel y destapa la champaña. Apatow y Davidson, que coescribió la cinta, juegan sobre los matices, sobre las inacabables formas en que cada uno de sus personajes puede ser bueno y noble, y a pocas cuadras de distancia, pequeño y miserable. Incluso cuando uno intenta mostrar superioridad moral sobre el otro, termina fallando horriblemente. De hecho, crecer, madurar, especialmente para el artista que en el fondo es Scott, significa aceptar los matices de la naturaleza humana, el que la misma persona que resulta odiosa sea capaz de meterse a un edificio ardiendo para salvar a un desconocido. El punto se verifica especialmente en lo que aprende de su idealizado padre a través de los compañeros de Ray. En esa línea, la cinta es una lección de inteligencia y humanidad, especialmente necesaria en los tiempos que corren, donde directores de cine, periodistas, tuiteros o políticos tienden, apenas la oportunidad se les da, a construir su prestigio sobre una supuesta superioridad moral. Que Apatow logre hacer todo esto en una comedia que equilibra la risa con la verdad, la incomodidad con la emoción; que rescata y hace vibrar al gris Staten Island; que encausa la energía y tono personal de un comediante tan particular como Pete Davidson, y que, encima de todo, logre rescatar valores hoy menospreciados —como el coraje, la virilidad y la camaradería—, no se trata de logros triviales, sino de la marca de una película mayor.
“
The King of Staten Island”
Dirigida por Judd Apatow
Con Pete Davidson, Marisa Tomei y Chris Burr.
Estados Unidos, 2020
136 minutos.
Disponible en Google PlayMovies