–Hace unos años estuvimos acá mismo filmando la caleta y está igualita.
–Me acuerdo.
–Esta caleta es una de las maravillas del sur de Chile. ¿Usted nació acá?
–Nací acá.
–Sigue la costumbre del cochayuyo, una casita pintada de azul, protegen el ambiente, respetan el entorno. ¿Qué me dice?
–Que seguimos pobres.
–Los televidentes tienen otra mirada, envidian el mar, la tremenda vista y el aire puro: aaaaah, esto es energía. ¿Cuál es su alimento? Yo le digo: naturaleza limpia. Eso vale mucho.
–Cochayuyos y algún marisco, pero cada vez menos, y lo que saquemos de la orilla, blanquillo, pocos y chicos. Los domingos sería cochayuyos con piure.
–¡No me diga más! Con su malicia, pero qué buena, y ahora que me doy cuenta, ustedes no eligieron vivir sano, pero son recontra sanos. Acá no hay obesidad.
–El Panchito fue guatón hasta los dos años y después se le quitó. La Cristal, la casada que vive en la casita azul, hasta los tres, más o menos. Y el otro sería el Toño, que anda cortando huiros.
–Me doy cuenta de que su familia conserva las tradiciones.
–Sí, también son pobres.
–¿Dónde está la artesanía?
–Acá nunca se nos ha dado.
–¿Su señora, que no la veo?
–Se volvió al norte, me dijo es mejor ser pobre en el norte que en el sur.
–Usted se quedó.
–Sí, porque yo creo que es mejor ser pobre en el sur que en el norte.
–Pero usted sacó adelante a su familia, estoy seguro de que con algo se las ingenió, diga la firme, estamos en confianza. Caleta sin artesanía no es caleta. Vida sin arte no es vida.
–Algo traté de hacer.
–¿Alguna mantita, alambritos retorcidos, crines de caballo, figuras de madera, piedra tallá, platos de huiros, canastitos de tirantes?
–Con el cochayuyo no se hace nada.
–¿Amarrar conchitas o ceniceros con la concha de los locos?
–También se acabaron.
–Pero cuente su emprendimiento.
–Sacaba estrellas de mar, las secaba y pintaba.
–¡Eso es arte popular! La naturaleza entrega el fruto y el artesano lo aprovecha ¿sabe con qué? Con ñeque. ¿Nunca le dijo eso su papá?
–Me dijo.
–Para conocer un poco su historia familiar: ¿qué hizo él y su señora madre?
–También fueron pobres.
–Escúcheme: los santiaguinos sueñan con un sitio así en el sur de Chile. Usted tiene una parcela de agrado frente al mar y no se ha dado cuenta.
–¿Este sitio es mío? ¿Se lo dijeron en la muni? ¿Está seguro?
–No sé, no sé, de eso no tengo idea, porque mi programa no es burocracia y papeleo, sino viajes, personas y cultura. Volvamos a su artesanía.
–Eso ya se acabó.
–¿Se le acabó la pintura?
–Se acabaron las estrellas de mar. Con la pintura que quedaba pintamos la casita de azul.
–¡Se me pasó el tiempo! ¡No me di cuenta! Me despido y sigo internándome en este país maravilloso. Lo felicito a usted y a su familia, sigan así, por favor, conservando a Chile según sus costumbres y tradiciones. Me encantó hablar con usted.